El diseño del año: un chip que imita a los órganos humanos

Por David Ormeño @Arcanus_tco

El Museo del Diseño de Londres ha elegido a un chip que imita las estructuras biológicas humanas como el diseño del año.

Organs-on-Chips es un chip cubierto de plástico transparente que en lugar de contar con los cables y piezas habituales de silicio está formado por microtubos compuestos de células humanas. La intención de este dispositivo es imitar las estructuras biológicas de una persona. Más concretamente pretenden simular el comportamiento que tendría un órgano humano, con el fin de estudiar lo que ocurre en él.

Los microtubos de Organs-On-Chips están preparados para que a través de ellos fluyan aire, nutrientes, sangre e incluso bacterias causantes de infecciones. De esta forma los científicos pueden ver cómo se comportan estos elementos y, sobre todo, cuál es la manera más eficaz de combatir una determinada infección.

La base de la fabricación de uno de estos dispositivos es la misma que se emplea para producir los chips que llenan los ordenadores y otros sistemas electrónicos. Pero en lugar de electrones lo que fluyen son células de los pulmones, los intestinos, riñones, el hígado o el corazón. La idea es que esta estructura simulada sirva para probar medicamentos y otras soluciones a determinadas enfermedades.

Con este propósito se quieren comercializar los Organs-On-Chips y los investigadores de Harvard que realizaron el desarrollo han creado una compañía para hacerlo. Se llama Emulate y ya trabaja con algunas empresas del sector farmacéutico, como Johnson & Johnson, con el fin de permitir pruebas de producto. De esta forma se podrían pasar por alto las pruebas con animales o complementarlas con los test que permite el nuevo dispositivo. En todo caso el objetivo es que la precisión sea mayor y se llegue a los ensayos clínicos con una mayor seguridad.

El mejor diseño del año ofrece una forma nueva de estudiar las reacciones que se producen en el cuerpo humano. Estamos hablando de una escala microscópica, pero con la precisión adecuada los científicos pueden extrapolar los resultados obtenidos en estos dispositivos a un órgano de tamaño real.

Imagen: Cyberslayer