El disfraz

Publicado el 11 febrero 2012 por Abel Ros

Decía un viejo conocido que los contratos nunca se deben firmar sin desnudar previamente el disfraz que los envuelve. La lectura precipitada de su partitura impide a las partes contratantes comprender el mensaje latente de su estructura. Entre las líneas de la retórica se esconden los trozos de verdad ocultos en el cajón del engaño. La lectura panorámica del bosque evita conocer con detalle la carcoma de sus  árboles. Después de un mes y medio de las electorales, la erosión de la mentira comienza a vislumbrar el fósil de la verdad en el programa de Mariano. Hoy más que ayer los firmantes de aquel contrato, viciado por los silencios de sus líneas y las promesas incumplidas, sienten en su ira como se  deshoja la margarita en su fase de primavera.

La reciente reforma laboral aprobada por el ejecutivo invita a la crítica a derretir el maquillaje que esconde el verdadero rostro de sus renglones. Hoy, sin duda alguna, la coherencia neoliberal deja en desamparo a los verdugos incrédulos de Zapatero. Una vez más la escoba de la derecha barre para las alcobas de la burguesía. La CEOE vuelve a brindar con el mismo cava que años atrás les sirvió la mano derecha de José María. La segunda parte de aquella polémica reforma de finales de los noventa, que tanto criticó la izquierda y le costó el puesto a Urdaci por la tergiversación de los datos, es prorrogada hoy por el discípulo aventajado de Aznar. Hoy, gracias a Mariano, la parte débil de la balanza lee entre líneas el mensaje latente de aquel misterioso programa que les prometió comida para hoy y hambre para mañana.

La letra pequeña de aquel rico caramelo, escrita por la derecha  como la panacea para  calmar las aguas del desempleo, debe ser leída con las gafas de cerca, para evitar que nos engañen como a niños con una pirueta a las puertas de una rabieta. El nuevo contrato indefinido y bonificado para PYMES, o dicho de otro modo, el buque insignia de la reforma, lleva consigo en su pie de página el periodo de prueba de un año. Mientras los anteriores contratos progresistas llevaban implícito los límites de dos, tres y seis meses de prueba en función de la titulación del contratado. El recién contrato ha aumentado hasta doce meses dicho periodo. Periodo donde el coste del despido es cero euros para el empresario. Solamente a partir del año de antigüedad comienza a computar la famosa indemnización de los treinta y tres días por despido. En suma, despido gratis hasta los doce meses.

Aquel famoso spot de la izquierda que criticaba la hipocresía de la derecha del “donde dije digo, digo Diego”, se está convirtiendo en la regla básica del “know how” conservador del ahora. La herencia de zapatero será la excusa perfecta para que la ética de las filas populares justifiquen ante sus compradores las palabras rotas de sus fines. Los cinco millones de parados,  que tanto sirvieron a Rajoy para culpabilizar a ZP y sacar tajada en su camino a la Moncloa,  miran como niños engañados ante los ojos de un  mago que les prometió la luna y les dió la nada. Son precisamente estas lecciones sociológicas de la política,  las que deben abrir los ojos a aquellos engañados que en su día interpretaron a su antojo los silencios de Mariano.

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