Cuando los dejé la última vez, mi vida acababa de dar un giro radical. Mis padres se separaron, y yo terminé viviendo en una colonia de la Benito Juarez, aunque mi escuela estaba en Coyoacán y casi toda mi vida se volvió el sur. Podría hablarles de lo traumática que fue esta experiencia, de cómo culpé a mis padres por separarse, y de todo lo que sufrí y me hicieron tener problemas de todo tipó. Pero la verdad es que no fue así. Mi mamá consiguió un departamento muy lindo, pequeñito pero lo decoró muy a gusto, todo en blanco y negro. Recuerdo que tenía una litera que se guardaa en la paed para ahorrar espacio, y el lugar estaba en una como vecindad donde teníamos vecinos muy interesantes. En este departamento vivíamos mi Madre, mi abuela y yo. Yo veía a mi papá los fines de semana y entre semana me quedaba con ellas. Si bien el divorco no fue un problema, nuestra vida cambió por completo. Mi abuela empezó a mostrar signos de una enfermedad mental (mucho más tarde, sabríamos que era Alz Heizmer). Se le olvidaban las cosas, tenía crisis de agresividad e incluso en un par de ocasiones se escapó y se perdía por las calles. Mi madre trabajaba todo el día para poder mantenernos, y yo tuve que aprender muy pronto a ser independiente. Sin embargo, mamá no estaba dispuesta a dejarme sentir abandonada, así que yo pasaba mucho tiempo en casa de amigas, con los vecinos y por las noches, siempre que llegaba, su atención era para mi. No debe haber sido sencillo para nada, y sin embargo, de alguna forma lo conseguía. Por desgracia, la demencia de mi abuela avanzaba con rapidez se hacía más difícil hacerse cargo. Supongo que esto fue lo que la orilló a internarla en un asilo, donde la verdad la tratavan de maravilla y aun así, cada fin de semana sin falta, la visitaba y la llevaba a pasear, lo hizo por años, hasta que mi abuela fue desapareciendo por completo en la enfermedad. Yo sé que ahora los tiempos son distintos, pero cuando pienso en mi madre por ese entonces, una muchacha de 26 o 27 años, criando a una hija sola, trabajando como negra, y tomando la decisión de internar a mi abuela puedo imaginar lo difícil que debe haber sido para ella, y eso crece mi admiración por mamá. Quizá mi madre se rodeaba de mujeres más grandes que ella por esa misma razón. Por ejemplo, entre los muchos amiguitos que tenía en la escuela, había una en particular que tenía una madre que era muy amiga de mi mamá. Ahora pienso que esa mujer debe haber sido una de esas primeras "mujeres modernas" que salieron de "una buena Familia" y descubrieron que eso era una tontería. Vivía al igual que mamá, sola con su hija y trabajaba, aunque en su caso, provenía de una familia más acomodada que nosotros, pero rápidamente se entendió con mi mami, y L y yo pasabamos mucho tiempo juntas. Otra cosa que tenían los amigos de mi mamá, es que en su mayoría, eran exiliados o hijos de exiliados hispanos, por lo que la mitad de mis compañeritos tenían algún nombre revolucionario. Uno de estos exiliados, un chileno guapísimo, se convirtió en el dueño del corazoncito de mamá por aquellos días. Hasta donde puedo recordarlo, era divertido, amable y rápidamente se ganó mi cariño. Era muy bueno conmigo y creo que también con mamá.
Muchas gracias por su visita, no se olviden de comentar. Qué hacían en 1986, qué música escuchaban, que veían en la tele.