El doble asesinato de la calle morgue

Por Saltparadise
By Dioses y monstruos in Criticas, Especial mad doctors, Especiales

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EL DOBLE ASESINATO EN LA CALLE MORGUE (MURDERS IN THE RUE MORGUE, USA, 1932)

Director: Robert Florey /

Productores: /

Guión: Robert Florey, Tom Reed y Dale Van Every /

Fotografía: /

Música: /

Montaje: /

Intérpretes: Sydney Fox, Bela Lugosi, Leon Ames, Bert Roach, Betty Ross Clarke, Brandon Hurst/

Duración y datos técnicos: 61 min. color.

Argumento

Pierre Dupin acude con su novia y con un fiel compañero de trabajo a una feria de curiosidades, dónde son espectadores del número del Dr. Mirakle, que tiene como principal reclamo a un simio con capacidad para pensar y obedecer ordenes. Al poco tiempo tienen lugar unos extraños asesinatos y la novia de Dupin se ve acosada repetidamente por Mirakle.

Crítica

Robert Florey es un director no excesivamente destacado en la historia del cine, pero cuenta con un par de películas dentro del cine fantástico que mantienen todavía su prestigio; la que nos ocupa en esta ocasión, y “La Bestia con 5 dedos” (The Beast with Five Fingers, 1946).

“Doble Asesinato en la Calle Morgue” es, en mi opinión, la más lograda de las dos.
Adapta el conocidísimo relato de Edgar Allan Poe, origen de tantas cosas: la novela de suspense; la de investigación; la novela con detective carismático (en este caso Auguste Dupin, semilla de futuros personajes como Sherlock Holmes, entre muchos otros), etc.

La adaptación, en 60 minutos de película, es acertada, pero lo más interesante, como no, debe residir en la puesta en escena, y en este caso, y teniendo en cuenta el año de producción del film, nos encontramos con una característica muestra de film sonoro que presenta una profunda influencia del cine mudo, tan reciente en el tiempo.
Florey dota a la película de toques claramente expresionistas; ej: la enorme sombra de Mirakle amenazando a una chica; la arquitectura de varios espacios, que recuerda a la de films como “El Gabinete del Dr. Caligari” (Das Cabinet des Dr. Caligari, 1920), de Robert Wiene, apoyado en el magnífico fotógrafo Karl Freund, que ese mismo año dirigiría la notable “La momia” (The Mummy, 1932) para Universal.
La presentación del personaje del Dr. Mirakle, durante el número que tiene al simio de protagonista, se apoya en el uso de una fuente de luz directa que dota al rostro del personaje de un carácter inquietante.

Otro de los aspectos más interesantes del film reside en la utilización de unos expresivos, y nada gratuitos, movimientos de cámara. En uno de los frustrados intentos del Dr. Mirakle de mezclar sangre de simio con sangre de un humano (mujeres siempre), Florey recurre a un plano general que gracias a un lento travelling de retroceso resalta el abatimiento y la soledad del personaje.
En otro momento, Florey acompasa el movimiento de la cámara al balanceo de un columpio en el que se halla sentada la novia de Dupin. El movimiento expresa la alegría de la chica al haber recibido una pamela de regalo de parte de Mirakle. Dupin va empujando a la chica hasta que se menciona el nombre del “mad doctor”, momento en el cual el balanceo (y, por consiguiente, la alegría de la chica, que no es consciente de lo que ocurre) se para en seco, ya que Dupin es consciente de la maldad de Mirakle, e intuye que el regalo oculta alguna perversa intención.

En otro momento de la película, Florey recurre a un tipo de montaje, que aunque algunos crean que es de reciente invención, no lo es por que de tanto en tanto alguien recurra a esta solución visual en la actualidad: ya se empleaba en el film de Florey y en otros films de la época. Se trata de la secuencia en la que los vecinos de una escalera escuchan expectantes lo que está ocurriendo en la habitación de una chica. Los gritos de la fémina propician varios primeros planos muy rápidos, y en picado, sobre los rostros de los aterrorizados vecinos, y el efecto visual logra proyectar sobre esos mismos rostros el terror de la situación que está viviendo la chica, sin necesidad de mostrar nada, solo sugiriendo.

El aspecto visualmente menos logrado de la película tiene que ver con el  horrible uso (muy típico en la época) de una persona embutida en el traje del simio asesino; aunque aún peor es la solución adoptada por Florey para realzar la agresividad del animal: los primeros planos que dedica al mismo corresponden a un mono de verdad, que se intercalan con los encuadres más abiertos que muestran a un actor haciendo de simio, con lo que relacionar ambos tipos de planos resulta verdaderamente chocante y contraproducente para lograr un efecto terrorífico.

Un año después de la película de Florey, “King Kong” (Ídem, 1933), optaría, mucho más acertadamente, por recrear al mítico simio con la novedosa técnica del stop motion, logrando un hito en la historia del cine. Carpenter rendiría un pequeño homenaje a estos hombres-simio, que se prodigaron tanto en el cine de unas décadas atrás, en la simpática “Gran Golpe en la Pequeña China” (Big Trouble in Little China, 1986).

Autor: Oscar Navales

Klowns Asesinos