“el doctor” naturópata

Publicado el 17 mayo 2010 por ArÍstides


LA BUENA DISPOSICIÓN Y EL SACRIFICIO PERMANENTE NO GARANTIZAN EL ÉXITO. M.J. Álava

El Sol saldrá a las 5,53 y se pondrá a las 18h.

Una sociedad que busca la salud y la belleza no puede echar la culpa de tanto desmán a los fabricantes de productos naturistas. Pero lo cierto es que detrás de ellos hay manipulaciones y muchos seudogalenos que no han estudiado la carrera de medicina, pero que mueven un negocio de muchos millones de euros vendiendo ilusiones y tratando de sanar las angustias al prójimo. De hecho, son muchas las personas desorientadas que buscan en los productos dietéticos y naturistas los remedios a sus males. Haría falta una conciencia sobre ello para entender que, más importante que los preparados, es la calidad y condimentación de las viandas que constituyen nuestra dieta. En realidad un producto de régimen, por sí sólo, no tiene las propiedades terapeúticas que con tanto bombo proclaman los fabricantes. Simplemente, son complementos caros -a menudo recetados por desaprensivos- cuya eficacia se supedita a cambios dietéticos y de hábitos de vida.

En ocasiones, ponemos nuestra salud en naturópatas que no son médicos y que interpretan ese papel detrás de cualquier mostrador. Muchos de ellos responden a las necesidades de las marcas o a las franquicias de negocios realizados por comerciantes que poco tienen que ver con la vida natural. De hecho, cabe preguntarse qué sería de ellos si desaparecieran las marcas y los productos embasados. El interrogante va más alla: de qué vivirían y qué serían capaces de prescribir. Y es que son numerosas las veces que personas de buena fe son engañadas por naturópatas que carecen de estudios y que cuentan con una formación mal avalada.

Detrás de la naturopatía se debe encontrar un amante de las prácticas del higienismo y del naturismo, pero no un “doctor”. Desde luego que hay personas honestas formadas en este campo y que además, reclaman su profesión. Pero son muchos los que, sin haber hincado los codos, y con simples cursillos, se creen capacitados para criticar a la medicina tradicional sin aplicarse la autocrítica sobre los intereses creados de ellos mismos sobre las marcas que dispensan.

Este tipo de preparados se venden en herboristerías, tiendas naturistas o grandes superficies. Se presentan como soluciones a los grandes males y constituyen un gran negocio. Pero, por sí solos, poco tienen que ver con una vida más natural y cercana a los alimentos biológicos y las prácticas higienistas. Las personas somos conscientes de que vivimos entre productos adulterados y modificados y pensamos que, sin modificar nuestro hábitos y actitud ante la vida, podemos recomponer nuestros males por medio de preparados que algunos chamanes del naturismo nos puedan recetar.