Palabras atribuidas a él explican en parte su motivación: «La mayor dádiva de Dios para el ser humano es la luz». Para él, permitir que la luz bañara a la gente mientras adoraba era una celebración de ese regalo.
En el relato de Génesis, Dios hizo la luz el primer día de la creación (1:3). Esa luz es más que un simple medio para poder ver. Es un cuadro de lo que Cristo trajo cuando entró en este mundo oscuro. En Juan 8:12, nuestro Señor declaró: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida». Para el seguidor de Cristo, la luz es uno de los grandes recordatorios del carácter de nuestro Salvador y de la calidad de la vida que Él nos ha dado mediante su sacrificio en la cruz.
Wren tenía razón. El mejor regalo de Dios para la humanidad es la luz: ¡Jesucristo, la Luz del mundo!
Jesús vino a traer luz a un mundo perdido en tinieblas.
(Nuestro Pan Diario)