El don más preciado

Publicado el 07 agosto 2018 por Elinfiernodebarbusse

Los arqueólogos descubren en Delfos la estatua de Bitón, 1894 


Cuenta Heródoto* que los gemelos Cleobis y Bitón eran naturales de Argos, contaban con suficientes medios de vida y, además, poseían un vigor corporal de una proporciones tales, que ambos eran a la par campeones atléticos. Es el caso que, con ocasión de celebrar los argivos una fiesta en honor de Hera, su madre tenía que ser ineludiblemente trasladada en carro al santuario, pero sus bueyes no habían regresado del campo a la hora debida. Entonces los jóvenes, como el tiempo apremiaba, se uncieron ellos mismos a la gamella y arrastraron el carro, sobre el que iba su madre, llegando al santuario después de haber recorrido cuarenta y cinco estadios. Y, una vez realizada esta proeza a la vista de todos los asistentes, tuvieron para sus vidas el fin más idóneo y en sus personas la divinidad hizo patente que para el hombre es mucho mejor estar muerto que vivo. Resulta que los argivos, rodeando a los muchachos, los felicitaban por su fuerza; y, por su parte, las argivas lo hacían con su madre por tener unos hijos como aquéllos. La madre, entonces, exultante por la proeza y los elogios, pidió con fervor a la diosa, en pie ante su imagen, que concediera a Cleobis y Bitón, sus hijos que tanto la habían honrado, el don más preciado que alcanzar puede un hombre. Tras esta súplica y una vez concluidos los sacrificios rituales y el banquete, los muchachos se echaron a descansar en el propio santuario y ya no se levantaron: ese fue el fin que tuvieron. Y los argivos mandaron hacer unas estatuas de ellos y las consagraron en Delfos, pues habían sido unos hombres excepcionales. La diosa entendió que el mejor regalo que puede desear un hombre es morir sin sufrimiento**.
* Heródoto, Historia, Libro I, 31, trad. de Carlos Schrader
** Esta frase es un añadido de Barbusse