El drama de Antonio Meño no fue noticia

Publicado el 10 noviembre 2010 por Felipe @azulmanchego

"ENTRÓ EN EL quirófano para arreglarse la nariz y salió en coma irreversible. Su familia lleva más de 20 años en los tribunales. Hasta ahora la Justicia había desestimado la demanda de negligencia médica basándose en que el paciente sufrió un vómito durante la operación y el anestesista no pudo hacer nada más por él".
Desde hace días me apetece hablar con algo de reposo sobre la vertiente periodística del "caso Antonio Meño", sin que hasta ahora haya sabido cómo plantearlo. Comenzaré por confesar que la pista me la dio una compañera vía Twitter (" Mil veces pasé a su lado, mil me indigné, nunca hice nada") a raíz de yo mismo planteara de forma retórica algo así como: "¿Dónde hemos estado los periodistas durante los 506 días que Antonio Meño ha estado en la calle para reclamar justicia?". No sé si por desidia, el caso es que los medios fuimos ajenos por completo a esta historia, quién sabe si por estar demasiado entretenidos en las estériles cuitas políticas, de dudoso interés, que irremediablemente nos invaden. Tampoco nuestros mandatarios han estado muy rápidos de reflejos que digamos. Juana Ortega, la madre de Antonio, ha enviado cartas a todo el mundo, desde el Rey hasta a Esperanza Aguirre, que no tuvieron a bien interesarse por este drama.
De forma sucinta diríamos que lo que se dilucida ahora es la revisión por parte del Tribunal Supremo del caso de Antonio, de 42 años, en coma desde 1989 por una operación de estética en la Clínica Nuestra Señora de América de Madrid. Un año y cinco meses estuvo su familia acampada en una caseta frente a unas dependencias del Ministerio de Justicia en la Plaza de Benavente después de que le embargaran su piso de Móstoles para poder pagar el pleito.
La cuestión, como digo, es que hasta hace unos días este drama familiar apenas ha ocupado espacio en los medios de comunicación. Ahora, en cambio, de pronto, gracias al efecto de bola de nieve, los medios han entrado a saco y hasta The New York Times le ha dedicado una página entera. No es cuestión de flagelarse sino de reflexionar sobre nuestras prioridades informativas. Y lo digo porque si hubiéramos estado más atentos a este caso, tal vez le habríamos ahorrado a la familia algún sufrimiento. No se trata, ni mucho menos, de interferir en la actuación de la justicia sino de haber tratado el caso con la debida equidad. Con frecuencia, a los periodistas nos gusta crear grandes historias para luego soslayarlas con la misma rapidez, una vez que las hemos exprimido.
En breve, el Supremo decidirá si anula el fallo de la Audiencia Provincial de Madrid que absolvió al anestesista y se celebra un nuevo juicio o si, definitivamente, se cierra la puerta judicial para la familia Meño. Una familia que nos ha dado una lección de pundonor al haber luchado en solitario durante tanto tiempo para que se haga justicia. Y nosotros sin ver la noticia. Hasta ahora.