El drama de una izquierda española troglodita y anclada en la Historia

Publicado el 13 septiembre 2011 por Franky

Existe en algunos lugares del mundo (y también en algunos rincones aislados de España) una izquierda moderna, democrática, respetuosa de la libertad individual y capaz de generar riqueza y justicia, pero no es el caso de la lamentable gran izquierda española, que parece que no ha aprendido nada en los últimos años, ni se ha adaptado a la modernidad, ni sabe amar la democracia, ni es capaz de asumir la libertad con toda su grandeza. Está anclada en la Historia, sigue presumiendo de haber luchado contra el franquismo y, como acaba de demostrar el candidato Rubalcaba, continua persiguiendo y acosando a los que crean empleo y riqueza.
Esas ideas y sentimientos de la izquierda española la convierten en troglodita, en un peligro para el país y en la causa principal de la crisis actual y de que se cumpla, inexorablemente, ese principio histórico de que mientras la derecha crea riqueza, la izquierda la despilfarra y se endeuda.
Alfredo Pérez Rubalcaba se ha convertido en un político peligroso que, al igual que hizo Zapatero, conduce a su país hacia el desastre. Lo hace, sobre todo, porque antepone sus intereses personales y los de su partido a los de España y al bien común. Lo consigue, concretamente, al resucitar un impuesto obsoleto, injusto y confiscatorio como el del Patrimonio, ya erradicado de las economías democráticas del mundo y suprimido en la propia España, hace tres años, por Zapatero.
José Bono acaba de cuestionar la conveniencia de perseguir y castigar con ese impuesto a los que crean riqueza y empleo, pero Rubalcaba, irresponsable y troglodita, persigue a los ricos para contentar a esa izquierda española que no sabe avanzar, ni superar la derrota mundial del marxismo convertido en comunismo.
Es cierto que la izquierda española se considera heredera de la lucha antifranquista, pero no es menos cierto que aquella lucha contra Franco se hacía desde posiciones nada democráticas y con una fidelidad al totalitarismo que hoy repugna a los demócratas y a la gente decente. La izquierda española ha sido marxista, troskista, maoista, anarquista, estalinista y fiel a otros muchos totalitarismos, pero nunca fue demócrata, ni lo es ahora. Tolera la democracia porque no tiene más remedio, porque Europa y el mundo occidental viven o desean vivir en democracia, pero la adulteran cuanto y cuando pueden, introduciendo elementos totalitarios y acosando a las clases medias y a los que ahorran, como hace Rubalcaba, precisamente en un país que sólo puede salvarse si los que han logrado ahorrar invierten sus ahorros en empresas y en creación de empleos.
La izquierda española ha demostrado demasiadas veces que está estancada en la Historia y que tiende a mutilar cualquier idea de libertad, una libertad que desconoce y que no aprecia porque el comunismo la concibe como una inútil veleidad burguesa. Ese rechazo a la libertad, que se fragua anteponiendo lo colectivo al individuo y fortaleciendo al Estado en detrimento de la sociedad y de las personas, es la que está causando, una vez más, en nuestros tiempos, la ruina de España.
Aquel totalitarismo que inspiraba a la izquierda antifranquista era mucho más totalitario que el régimen franquista. Encarnada en gente tan admirada por la vieja izquierda española como Stalin, Ceaucescu o Tito, aquella izquierda fue sanguinaria y nutrió a la Historia humana de los dos mayores asesinos en serie del planeta: Mao y Stalin.
Si aquellos totalitarios se hubieran impuesto en la España del pasado, es más que probable que esta país hubiera quedado arrasado, como otros muchos países del mundo, por el comunismo, el totalitarismo más feroz inventado por el hombre desde el principio de los tiempos.
La vieja izquierda está tan convencida de su superioridad moral que jamás ha pedido perdón por haber asesinado, en nombre del Estado y del colectivismo, a casi un centenar de millones de personas, principalmente en la URSS y China.
La izquierda española nunca hizo su propia transición hacia la democracia. Simplemente, se adaptó a la democracia, pero si conocerla, sin amarla, sin creer en ella, considerándola como un lastre del que había que prescindir cuando la Historia lo permitiera.
Es a ese espíritu de la vieja izquierda que nunca fue demócrata al que apela hoy el irresponsable Rubalcaba para ganarse sus votos. Para conseguir ese puñado de votos anticuados y antidemocráticos, Rubalcaba es capaz de resucitar un impuesto del Patrimonio que creará más desempleo y pobreza porque eliminará los pocos focos de prosperidad que todavía quedan en las clases medias españolas, sin tocar un ápice a los verdaderos millonarios, cuyo dinero es volátil y está siempre protegido detrás de sicav y paraísos fiscales que burlan al fisco. Si de verdad quisiera sacarle el dinero a los ricos, Rubalcaba sabe como hacerlo, Pero lo único que él pretende es enarbolar la vieja bandera de una izquierda totalitaria que a España le conviene olvidar.
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