Que un irresponsable peligroso alcance el poder es algo que suele ocurrir en todos los países del mundo con una frecuencia media de una vez cada dos siglos. En algún os países donde existen filtros democráticos y un verdadero imperio de la ley, esos ineptos con peligro son detectados a tiempo y frenados antes de que lleguen a la cúspide del poder, lo que ahorra a esos países penalidades y daños inmensos. Pero en otros, especialmente en los que carecen de controles democráticos y filtros legales, como es el caso de España, los energúmenos, imbéciles y canallas tienen todas las posibilidades de alcanzar la jefatura del gobierno o del Estado, causando a su pueblo dramas y daños terribles.
El caso de España con Zapatero será estudiado en el futuro como uno de los más siniestros y dramáticos traspiés de un país que se consideraba demócrata y que no supo impedir el acceso al poder a un personaje que destruyó la nación hasta hacerla retroceder décadas, arrebatándole la prosperidad, resucitando los peores fantasmas del enfrentamiento civil, abriendo de par en par las puertas a la corrupción, desprestigiando el sistema político y la misma democracia y aniquilando la vergüenza, la armadura moral y la esperanza de la sociedad y el pueblo.
Pero lo peor del caso de España no es el no haber impedido que un tipo peligroso y discapacitado para ejercer el poder llegue a ser presidente, sino que todo un partido político, el PSOE, ha apoyado a ese personaje siniestro y dañino durante siete largos años, cerrando los ojos y los oídos a la ignominia, a los desmanes y a la corrupción generalizada, y lo hubiera seguido apoyando si no hubiera descubierto que el pueblo español lo rechazaba hasta la nausea, poniendo en peligro con ese rechazo, incluso la supervivencia política del viejo socialismo español.
En consecuencia, el verdadero drama de España no es que un irresponsable peligroso haya llegado al poder, sino que todo un partido político mayoritario, el PSOE, que se presenta ante los españoles como portador de los valores de la izquierda, junto con sus siete u ocho millones de adeptos, hayan votado y sostenido con inexplicable ceguera a un personaje nefasto como presidente del gobierno, cuando ni siquiera era fiable como portero de discoteca o como vendedor de coches de segunda mano.
Los que han votado y apoyado a Zapatero han votado y apoyado la arbitrariedad, la mentira, el uso incorrecto del dinero público, la compra de votos con el dinero de todos, la aplicación de la ley de manera desigual, la corrupción completa del sistema, la manipulación de la Justicia, la prostitución de la Fiscalía del Estado, la manipulación de la verdad, la compra de voluntades, el enchufismo, el amiguismo, la creación de un Estado insostenible, la colocación de amigos en las administraciones, el endeudamiento irresponsable, el acoso al adversario, el despilfarro, el desprecio al ciudadano, el desprestigio del sistema, el hundimiento de los valores y cientos de canalladas y dramas que han convertido a España en un vertedero empobrecido, con cinco millones de parados y con sus calles y plazas llenas de gente triste y sin esperanza.
A la hora de hacer un balance onjetivo y desapasionado, cuando pasen algunas décadas y se estudie este periodo de la historia de España como el del "gran desastre", se culpara al PSOE, no a Zapatero, de la tragedia y se llegará con claridad a la conclusión de que las dos veces que ese partido ha gobernado ha arruinado España, que las dos veces que ha gobernado ha estado metido en asuntos oscuros relacionados con el terrorismo: el Gal con Felipe González (el PSOE es el ÚNICO PARTIDO EUROPEO QUE HA PRACTICADO EL TERRORISMO DE ESTADO) o cediendo ante la ETA de tal manera que ha embadurnado de destiercol la diignidad del Estado Español.
Esperemos que la mayoría de españoles se conciencien de lo que nos jugamos en las próximas elecciones generales y voten en blanco o se abstengan, ante la inexistencia de una alternativa política saludable y esperanzadora, castigando así a partidos que dan la espalda a la regeneración y a la sustitución de un sistema que ya no es democrático sino oligárquico y mafioso. En cualquier caso, que por lo menos castiguen en las urnas a los que en los últimos años nos han gobernado desde la demagogia, desde el engaño y la mentira, a los que han tratado de enfrentar nuevamente a los españoles resucitando los odios y rencores de una guerra civil que nunca debieron de profanar desenterrándola, a los que han puesto en peligro real la unidad de España, propiciando su desmembración, a los que han vaciado las arcas del Estado llevándonos de nuevo, con su desidia, a la pesadilla del paro y la pobreza.