Podríamos pensar que se debe a que nuestra memoria funciona mejor durante esos años, y que luego se va deteriorando con la edad. O que en esa época nos ocurren cosas muy importantes. O que las recordamos mejor porque las vivimos por vez primera: el primer beso, el primer concierto, o el primer viaje con los amigos. Sin embargo, ninguna de esas explicaciones basta para justificar la fuerza de esos recuerdos. Y es que la memoria no se debilita a partir de la tercera década de la vida y continúa mostrándose tan eficaz a los 30 o a los 40 años como durante la adolescencia. Tampoco parece deberse a que los acontecimientos de esos años sean especialmente importantes. En mi caso, y probablemente también en el del lector, a partir de los 20 años, y no antes, viví las experiencias más relevantes de mi vida, a nivel personal y profesional (finalización de estudios, primeros trabajos, matrimonio, nacimiento de hijos, viajes). Por lo tanto, esa hipótesis tampoco nos sirve. Nos queda una última posibilidad, la de que se trate de sucesos vividos por vez primera y con mucha carga emocional. Pues tampoco parece que vayan por ahí los tiros, ya que esos acontecimientos relevantes y con carga emocional son recordados tanto si ocurrieron cuando teníamos 18 años como si tuvieron lugar cuando éramos adultos. Por otra parte, los recuerdos de la adolescencia incluyen muchas experiencias relativamente ordinarias e insignificantes. Sucesos que de ocurrir años más tarde nuestra memoria no se hubiese ocupado en registrar.
Vayamos al grano, la explicación de este "reminiscence bump" tiene que ver con lo que sucede en nuestro cerebro, concretamente en nuestro sistema meso-límbico, durante los años adolescentes. Este sistema cerebral, que utiliza la dopamina como neurotransmisor principal, es el responsable de las sensaciones placenteras que nos llevan a que queramos repetir actividades que nos generan placer. Pues bien, ocurre que tras la pubertad las hormonas sexuales cambian la química cerebral aumentado la concentración de receptores de dopamina. Eso supone que muchas de las experiencias durante esos años serán vividas con una gran intensidad. En ningún otro momento de la vida un beso, un viaje, una película, una canción o un poema nos generarán tanto placer, y nos dejarán una huella tan profunda, como en esa etapa en la que nuestro sistema meso-límbico se hallaba hipersensibilizado. Pues eso es lo que hay, si queremos sentir lo mismo vamos a tener que aumentar la dosis.