El dulzor de las naranjas

Por Orlando

De las navelinas a las Navel Powell pasando por la Navel Lane, las variedades de las naranjas que van apareciendo por nuestra mesa se van sucediendo como los días de los meses que podemos disfrutar de este maravilloso manjar mediterráneo; muchas veces no distinguimos, o nos somos conscientes de ello, pero poco tienen que ver las naranjas que nos tomamos a principio de temporada, de las que tomamos en estos primaverales días: <<nuestra campaña, nos contó, vía telefónica, Paco Monzó, responsable de Naranjas Monzó, dura, en naranjas, desde primeros de Noviembre hasta finales de mayo o incluso los primeros días de Junio; la naranja de principio de temporada es más ácida; pero la que ahora tenemos, la Navel Lane, es mucho más dulce; por eso esas sensaciones que ahora mismo podéis percibir al morder esta naranja>>.
Una naranja dulce, sabrosa, extremadamente golosa, muy atractiva, de piel fina, que prácticamente se deshace en la boca y con una cantidad de zumo que la dota de una jugosidad fantástica así como de un cautivador frescor. Una delicia, que descubrí casi por casualidad, por recomendación de un amigo, y que ha revolucionado mi frutero semanal.

La familia Monzó posee los naranjos (también tienen mandarinos, aunque la temporada está terminada) en el Campo de Morvedre, en el Norte de Valencia, en la localidad valenciana de Sagunto, <<un auténtico microclima para el cultivo y desarrollo de las naranjas y la mandarinas>>, nos confesaba Paco Monzó, orgulloso de esos veranos templados y esos inviernos de temperaturas moderadas, suaves, tan ideales para plantaciones como la de naranjos y mandarinos.
El secreto de poder disfrutar de este manjar, de esta frescura,  se debe únicamente por tener en nuestra mesa la naranja a las 24 horas de ser recolectada; una mañana está en el árbol, al día siguiente está en nuestro plato. Eso y la venta por internet, lo que hace que las naranjas estén en cualquier punto de nuestra geografía nacional: <<no tiene nada que ver comerte una naranja fresca como la nuestra, cogida un día y puesta en la mesa al día siguiente, que comerte esas naranjas que igual llevan diez o doce días recolectadas, naranjas tratadas con un montón de medicamentos para que aguanten; la calidad no tiene nada que ver>>. Compartimos el razonamiento, y sobre todo las conclusiones con Paco Monzó: la calidad no tiene nada que ver.
Agricultura sostenible, respeto al medio ambiente y conocer el momento óptimo de maduración (experiencia avalada por más de 70 años dedicados al cultivo de la naranja) son los otros dos factores que determinan el placer en el interior de sus naranjas.

La Familia Monzó (tres son las generaciones que llevan dedicadas al mimo de los naranjos) posee un puesto en el Mercado Central de Valencia, donde siempre han sido una referencia; pero esta temporada decidieron dar el paso de vender sus naranjas a través del universo virtual: <<este año decidimos llegar directamente al consumidor, no sólo de Valencia, sino de toda España; y para ello nos planteamos vender por internet, ya que de esta manera nos saltamos todos los canales intermediarios , que son los que se llevan todas las ganancias; porque al final ,el agricultor, nosotros, no vemos ni una perra de todas esas ganancias>>.
Un acierto, no sólo si lo analizamos desde el punto de vista mercantil, sino sobre todo desde nuestra posición, la posición del consumidor, pues gracias a propuestas como la de la Familia Monzó podemos sentir en nuestro paladar ese dulzor de ligera acidez que nace cuando el solo madura lentamente, sin prisa el fruto de los naranjos saguntinos.