El Efecto 99

Por Candreu
Acabo de terminar una sesión en Coreses (Zamora) y aunque sea tarde, me lanzo a la carretera para llegar a dormir a casa. La penúltima semana del año me ha llevado además de a Zamora, a Madrid, Zaragoza y un par de veces a Valencia. Allí, tuve la suerte de desayunar con mi amigo Luis, que acaba de vivir una de las experiencias más "brutales" de su vida visitando los campos de refugiados Sirios junto a la frontera turca. Me contaba la escasez de medios con los que allí son capaces de vivir, la brutalidad de los constantes ataques militares y las infinitas gracias que hemos de dar a Dios por tantas cosas que ya ni siquiera valoramos.  
 Cuentan que un rey andaba buscando la felicidad. Atesoraba riquezas, disfrutaba de todos los placeres… pero siempre se sentía vacío y nunca estaba satisfecho con lo que poseía. Tal era su infelicidad que admiraba a uno de sus sirvientes más pobres, que sin importar su condición económica irradiaba dicha y felicidad.
Una mañana, paseando con el sabio del reino, el rey le preguntó: - ¿Cómo es posible que uno de mis sirvientes, aun siendo pobre sea más feliz que yo?.
El sabio le contestó: - Para explicarte la razón de tu infelicidad, y de la de casi todos los hombres necesito que comprendas el "efecto 99". Para ello tienes que conseguir una bolsa con 99 monedas de oro.
El rey consiguió las 99 monedas y las metió en un saco. Y volvió a ver al sabio. Al caer la tarde, ambos fueron hasta la casa del sirviente. El sabio hizo que el rey se escondiera en un árbol cercano y él tras dejar el saco de monedas delante de la casa, llamó con fuerza a la puerta, y corrió a esconderse junto al rey. El sirviente abrió la puerta. Miró a un lado. Miró a otro. No había nadie. Cuando estaba a punto de cerrar la puerta se dio cuenta que allí había un saco. Sin llegar a entrar lo abrió y descubrió aquel enorme tesoro. Rápidamente lo cogió y lo metió en la casa. El sabio y el rey se acercaron hasta una de las ventanas de la casa y allí vieron como el sirviente, asombrado por el contenido del saco comenzaba a ordenar y contar las monedas. Cuando terminó de contar se rascó intrigado la cabeza. Había 99 monedas. Seguro que le faltaba una. Volvió a contar otra vez más. Y otra más. Intrigado, empezó a buscar por debajo de la mesa, de las sillas, por toda la estancia. Incluso salió a la puerta por si esa moneda que suponía le faltaba se le hubiera caído del saco al cogerlo. Estaba seguro que tenía que haber 100, pero comenzó a angusitariase al no encontrar esa moneda "perdida".  Fue entonces cuando el sabio le dijo al Rey: - Ves. El "efecto 99". El sirviente, al igual que tú, habéis dejado de valorar la mayoría de las cosas que tenéis para justificar vuestra desdicha en esos pequeños detalles que creéis que os hacen falta.  Y es que tenemos una infinidad de cosas por las cuales estar agradecidos con la vida y sin embargo nos enfocamos en las penas y en lo que nos falta.