El efecto "Abuela Manuela"

Por El Blog De David Fernández Ojeda @alejandrodavidf











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No pasa un día en el que no recuerdes que has olvidado hacer algo, en el que has hecho lo que parecía estar olvidado o, a lo peor, se te ha pasado algo importante. En momentos así pueden mantenerse distintas actitudes según el enfoque que quieras darle y, sobre todo, el grado de simpatía que tengas por ti mismo.

Fuentes imagen: bizocean & brenky.blog


¿Acaso no te has planteado nunca cuántas veces has exclamado, Dios sabe qué, cuando has recordado algo que deberías haber hecho y no has hecho?. Podría parecer que no te cayeras bien a ti mismo. Pues nada más lejos de la realidad.
Yo diría que tendemos a ser perfectos y, en nuestra permanente imperfección, soy partidario de establecer una norma fundamental: debes priorizar en aquello que aporte, a ti y a tu entorno, el mayor beneficio posible.
Una de esas prioridades, estoy seguro, es mantener un alto nivel en tus valores personales y profesionales. Evidentemente, unas veces lo consigues y otras, lamentablemente, no. Me refiero, entre otros, a valores como la honestidad, la bondad, la justicia, o quizás, la profesionalidad o el sacrificio… Son tantos y tan dispares que sólo tú puedes saberlo.
En cualquier caso, sobre todos ellas, existe uno sobre la que giran los demás. Pero antes de decirlo, te haré unas preguntas:
  • ¿Te gustaría ser un alto ejecutivo de éxito?. ¿Y si ello conlleva viajar constantemente hasta el punto de no poder ver a tu propia familia más que una vez al año? (por cierto, he conocido caso similar).
  • ¿Te gustaría vivir en una gran mansión en Nueva York, Sidney, Shangai o cualquier otra lugar?. ¿Y si es confinado o bajo arresto domiciliario?.
  • ¿Te gustaría ser millonario?. ¿Y si para ello debes ingresar en un convento de clausura con votos de silencio, castidad y pobreza?.

Las primeras partes de cada pregunta pertenecen a conceptos ligados al concepto más universal del éxito, al éxito más superficial, al cuantificable objetivamente por todos y que, probablemente, se habrán llevado un “Sí” por respuesta. En cuanto a las segundas partes de cada planteamiento, quizás las respuestas no sean las mismas y lleguen a condicionar las anteriores o, lo más probable, a cambiar radicalmente el sentido de aquéllas.

Esa prioridad, ese valor personal y profesional que todos deseamos, en definitiva, no es otro que la libertad entendida como tal y en toda su magnitud: en lo personal, libertad para expresarse, para imaginar, libertad para desear, para soñar o para amar; en lo profesional, libertad para pensar, para innovar, para aportar o  libertad  para luchar…
Dicho esto, cuando recibes críticas destructivas, te quitan libertad; cuando eres víctima de una injusticia, se merma tu libertad, cuando reprimen tu potencial, coartan tu libertad o, por ejemplo, cuando te niegan lo que te has ganado con tu esfuerzo, destruyen parte de tu libertad.
Ante eso, te propongo el efecto Abuela Manuela. ¿O acaso nunca has recibido una palabra de ánimo de tu abuela en un día gris (o negro) con la que espantar tu desesperación del momento y hacerte sentir un ser especial?. Pues rodéate de “Abuelas Manuela” siempre que puedas: de esas personas que saben valorar tu esfuerzo, que reconocen tus sacrificios, que se comprometen con tu complicidad, porque cuando recibes apoyo o reconocimiento de los demás, sumas libertad, te haces más valioso y, además incrementas tu capacidad de entrega personal y profesional mejorando tus expectativas y tu felicidad, y con ello tu esperanza de vida. Sé optimista, positivo, entrañable y generoso… Todo suma.
A todos los compañeros, jefes o gerentes, a todos los conocidos y amigos, a todos con los que se comparte alguna experiencia o reflexión, a todos ellos, no olvidéis ser en algún momento del día la Abuela Manuela tan necesaria para el que tienes a tu lado; él lo agradecerá y, no os quepa la menor duda, vosotros también.
¿Quién es tu "Abuela Manuela"?
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