Es más probable que un sujeto intervenga tratando de solucionar una situación de emergencia si se encuentra solo que si está acompañado de más individuos. A mayor número de espectadores de la situación de emergecia, mayores probabilidades de que ninguno de ellos intervenga.
Este podría ser una de las muchas causas dentro de la propia Psicología Social que intervienen en la indiferencia o la toma de conciencia social, sobre todo en estos tiempos de crisis del propio sistema económico-social.
Tristemente hay situaciones en las que todos los testigos de la emergencia se convierten en meros espectadores, creyendo tal vez que alguien debería hacer algo, sin que nadie realice al final ningún comportamiento activo para hacer frente a la emergencia.
El caso paradigmático que dio lugar al interés por el que se denominó como 'efecto espectador' fue el de Kitty Genovese. Cuando estaba a punto de entrar en casa, esta mujer fue asaltada por un agresor, que la apuñaló. Algún vecino increpó al maleante. Esto lo hizo huir, pero simplemente para volver unos 10 minutos más tarde y continuar con la agresión, que duró -se comenta- más de media hora. Varios testigos observaron o escucharon desde sus casas partes de la prolongada agresión.
Al llegar la policía, se encontró con numerosos testigos que pudieron describir con precisión el ataque (aunque ninguno lo presenció de forma completa, había gran cantidad de personas que habían oído o visto partes del asalto). Sin embargo, las llamadas a la policía se iniciaron bastante tiempo después de que los vecinos se percataran del incidente, y ninguno de los numerosos testigos hizo nada realmente disuasorio para ayudar a esa mujer, que terminó falleciendo debido a las heridas ocasionadas por su asaltante.
Para evitar que se produzca el 'efecto espectador'
A mayor número de espectadores, menor posibilidad de que alguno ayude. Para evitar esto se aconseja acercarse a una persona concreta y solicitar su ayuda de forma expresa (esto evitará los efectos negativos comentados antes: ambigüedad de la situación de emergencia, dudas, esperar que otra persona ayude...).
También es más fácil ofrecer ayuda si observamos a alguien que ya está ayudando (los modelos positivos se imitan con rapidez), si no vamos con prisa (las prisas reducen la probabilidad de que ayudemos), y según las características de la persona en apuros (aspecto, edad, sexo...). Ayudamos más a los que pensamos que más lo necesitan (a un anciano tirado en el suelo lo ayudaremos a levantarse, pero es menos probable que lo hagamos si tiene mal aspecto y destila olor intenso a vino...).
Como testigos, no es necesario ser héroes, pero sí recordar nuestro deber (y obligación) como ciudadanos de atender a las víctimas. Esta atención puede ser sencillamente asegurarnos de que las autoridades pertinentes están informadas, o de que ya alguien se está encargando de asistirlas.
Y si hemos padecido la situación de emergencia, conoceremos el riesgo de la pasividad de un número elevado de testigos, y sabremos que apelando a alguno de ellos o solicitando la ayuda directamente podremos disminuir la probabilidad de aparición del tristemente frecuente efecto del espectador.
Resumiendo, el efecto espectador tratado en la Psicología Social es una de las muchas causas (ni mucho menos la única ni la que más influya) por las que en esta situación de crisis la revolución social no termine de arrancar aún de manera masiva.