El efecto griego

Publicado el 25 junio 2015 por Abel Ros

Si Tsipras consiguiera que la troika y el FMI se bajaran del carro; el partido de Pablo Iglesias sacaría rédito del asunto


pocos meses para las elecciones generales, el caso griego ha caído como un jarro de agua fría en las filas del "morado". Ha caído mal, como digo, porque Alex Tsipras está "sudando la camisa" para que Merkel y Lagarde pasen por el aro. Tanto es así, que el "Podemos italiano" está entre la espada y la pared en esta encrucijada. Por un lado, lucha para seguir en Europa y, por otro; pelea para mantener sus promesas electorales. Seguir en Europa, supondría aceptar los sacrificios impuestos por el FMI y afrontar una crisis de Gobierno. Mantener las promesas electorales, o dicho de otro modo, continuar por la línea populista; implicaría el castigo de Merkel; la evasión de capitales y, la posible expulsión del chiringuito. Medida que convertiría a Grecia en la nueva Cuba de Europa. 

Así las cosas, muchos votantes de Podemos visionan con recelo la película helena. La visionan, porque temen a que un hipotético gobierno de Pablo Iglesias; suponga para España, un conflicto similar al que sufren sus vecinos. Aunque las circunstancias no sean las mismas; lo cierto y verdad, es que a la Troika, el FMI y toda la parafernalia junta; les importa un bledo, la microeconomía. Lo único que les preocupa; son las cuentas agregadas: el gasto público, el déficit, la inflación, la prima de riesgo y la deuda pública, entre otras. Por ello, por mucho que la izquierda "le saque los dientes" a Bruselas; "los ratones" tienen la batalla perdida en la jaula de los leones. La tienen perdida – queridísimos lectores – porque, "el conservadurismo alemán" tiene cogida la "sartén por el mango". Lo que es bueno para los débiles – Grecia, Portugal y España – es malo para Merkel y, viceversa. Luego, mientras el neoliberalismo sea el modelo ideológico que gobierne Europa, los populismos y "los partidos contracorriente" serán "criminalizados" por los dictámenes de siempre.

Por mucho que algunos griegos quieran salirse del euro, no sabemos si es peor; el remedio o la enfermedad. No lo sabemos, porque Grecia es "un enfermo terminal", conectado a una máquina de respiración artificial. Fuera de la Eurozona, sería – como dije en el párrafo primero – la nueva Cuba de Europa. Un país con una moneda insignificante en el mercado de divisas; sin atracción inversora y con una deuda galopante, que los sepultaría en los túneles de África. No obstante a las “instituciones acreedoras” tampoco le interesa que caiga Grecia. No le interesa, porque ello supondría un desplome de los mercados bursátiles; así como un éxodo de capitales ante la desintegración económica. Por ello, aunque no haya habido – hasta el momento – un acuerdo de mínimos entre Syriza y “Europa”, lo habrá – tarde o temprano – porque ambas partes, son necesarias para la solución del problema. 

Si Tsipras consiguiera que la Troika y el FMI se bajaran del carro – o dicho en términos más formales -, si consiguiera renegociar la deuda; aminorar los sacrificios y continuar en el euro. Entonces, y solo entonces, el partido de Pablo Iglesias sacaría rédito del asunto. Lo sacaría, porque lo que no consiguió Hollande, ni Zapatero; lo habría conseguido "el populismo". Algo formidable para Podemos y nefasto para los socialistas. Nefasto, y digo bien, porque el éxito de Tsipras demostraría que ZP no luchó lo suficiente ante los dictámenes de Merkel. Y demostraría que si lo hubiera hecho; quizás hoy, el sino de la historia sería diferente. Si ganara Tsipras; ello traería – sin duda alguna - efectos colaterales para Rajoy y los suyos. Los traería porque se pondría en evidencia que "quien no llora, no mama". Y Rajoy ha llorado bien poco ante los abusos de Bruselas. Si no ganara Tsipras y Europa se saliese con la suya; si continuara la política sin escrúpulos y el desmantelamiento del Estado del Bienestar; Podemos sería "carne de cañón" en las próximas generales. Lo sería, porque; el efecto griego demostraría que quien manda en Europa son los mercados; por mucho que algunos digan lo contrario. Atentos.

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