El efecto Hawthorne y la productividad

Publicado el 29 mayo 2014 por Monedarota @Monedarota

Cada vez soy más consciente de la importancia de la motivación para afrontar la vida. Por mucho que una persona se proponga una meta, si no está motivada para alcanzarla, su camino será un sufrimiento y probablemente no lo consiga. Y seguramente una persona motivada podrá disfrutar no sólo de ese camino y alcanzarlo, sino que ante él se le abrirán nuevas posibilidades, experiencias y metas lejanas y atrayentes que de otro modo no habría ni siquiera imaginado que existían y no habría podido otear ni con un telescopio.

La motivación también afecta a la productividad. Evidentemente, si estamos motivados seremos más productivos. La relación entre la motivación y la productividad es algo que viene ya estudiándose desde hace mucho tiempo. Entre 1924 y 1932, se realizó un experimento en una fábrica norteamericana del sector eléctrico, llamada Hawthorne Works, con la intención de analizar la productividad de los empleados realizando diversos cambios en su entorno. En concreto, se propusieron cambiar los horarios de descanso y la jornada laboral, controlar la salud de los empleados y mejorar las condiciones ambientales y luminosas de la fábrica.

El resultado que detectaron los expertos fue un incremento directo de la productividad de los empleados. Pero lo curioso del asunto es que dicho incremento no tenía que ver con los cambios en sí que se produjeron (no procedía de que incrementaran la luz de sus puestos o tuvieran más descansos), sino simplemente por el hecho de que los trabajadores sabían que estaban siendo examinados. Por eso, cuando oscurecía se seguían observando incrementos de productividad en sus empleados. Y esto nos lleva a que la motivación no es el único motor que afecta a nuestras vidas.

De este experimento toma su nombre el efecto Hawthorne, que viene a explicar el hecho de que los trabajadores incrementen su productividad cuando se sienten observados o controlados de alguna forma. Y es que, al parecer, las personas nos comportamos de distinto modo si sabemos que estamos siendo observados. La vigilancia afecta a nuestra forma de ser, nos altera en cierto modo, y en nuestro trabajo, hace que seamos más productivos o que nos sintamos más motivados (aparente o realmente).

Una de mis películas favoritas es El Show de Truman. En ella, una persona desarrolla su vida sin ser consciente de que está siendo observado y que forma parte de un espectáculo mediático donde es el protagonista inconsciente. Pero lo curioso sería saber si el hecho de sentirse observado modificaría en algún modo su conducta. Al parecer eso sucedió con los trabajadores de la fábrica de Hawthorne Works.

El efecto Hawthorne y el Show de Truman. Moneda Rota.

Es por tanto un hecho demostrado que las personas que se sienten observadas o evaluadas de algún modo en su trabajo son más productivas. ¿Pero qué ocurre con las personas que se sienten observadas o son evaluadas fuera del trabajo? Si de la noche a la mañana nos volviéramos locos y convirtiéramos nuestra vida en la de Truman, ¿seríamos realmente personas más eficientes o, por el contrario, tendría lugar un juego de apariencia y realidad que lo desfiguraría todo hasta desconcertarnos? Me alcanza pues la duda de lo que ocurriría si fuéramos constantemente controlados por alguien. Sin pensar en el cuestionamiento ético y, obviamente, en el derecho a la intimidad, ¿sería positivo para nuestra eficiencia personal o, por el contrario, nos apabullaría? Supongo que el ser humano es suficientemente espabilado como para encontrar en todo caso una alternativa. Habría una forma de vencer esa especie de intimidación pública, puesto que a veces es necesario tener cierto margen de independencia en algunas cuestiones para sentirnos cómodos, incluso en el trabajo.

Pero la televisión hace tiempo que consiguió un experimento similar. De hecho, la televisión es sin duda la gran metáfora que nos abre la posibilidad de explorar esta idea. El filósofo Gustavo Bueno lo analiza con una gran maestría en su libro “Televisión, Apariencia o Realidad” utilizándose del conocido programa Gran Hermano.

Así pues, esse est percipi, ¿ser es ser percibido?

Y si no, prueben a experimentar ustedes mismos observando atentamente a alguien cuando se encuentren esperando en una larga cola para cualquier tipo de actividad. Aunque es una pena que el ser humano actúe a veces solamente por una especie de presión social…