Ayer al mediodía estuve viendo el programa de Para todos la 2, de TVE, en el que en un momento dado entrevistaron a la psicóloga Patricia Ramírez Loeffler, especializada en psicología deportiva de alto rendimiento. Estuvo hablando básicamente de que el mejor modo de superar los miedos es enfrentarse a ellos y de que no pasa absolutamente nada de si nos equivocamos con nuestras elecciones alguna vez; algo que aplicaba a todos los ámbitos, tales como el personal como el profesional. Todo esto forma parte de un proceso de madurez que nos conducirá a ese camino por el que queremos llevar nuestra vida. El problema está, y así lo matizaba ella estupendamente, en que no queremos salir de nuestra "zona de confort", es decir, tenemos miedo a arriesgar, a dar un paso más y a equivocarnos por miedo a que suceda ese error tan condenado y que siempre ha sido tan negativo ya desde nuestra más tierna infancia. Y así, explicaba ella, desde pequeños, en la escuela, siempre se han "condenado" de alguna manera los errores, lo que está mal hecho, en lugar de potenciar más lo positivo da cada uno de los alumnos.Justo cuando Patricia Ramírez trató esta última idea, comenzó a hablar muy brevemente sobre algo que tal vez a muchos os suene: el efecto Pigmalión. Como indica su nombre, "Pigmalión" es un nombre procedente de la mitología griega (aquí podéis leer el mito) que la psicología adaptó a su campo. Así, el efecto Pigmalión en psicología se refiere a la confianza que los demás tengan sobre nosotros mismos; lo que puede proporcionarnos fuerzas para la consecución de las metas más difíciles. Es, por tanto, un principio de actuación a partir de las expectativas ajenas que tienden a realizarse cuando existe un fuerte deseo que las impulsa.Lo cierto es que esta idea con nombre tan pomposo no deja de transmitirme un enorme valor de generosidad y apoyo a cualquiera de esas personas que están cerca de ti y necesitan alguno de tus consejos. ¡Qué sé yo! Dígase un amigo que está muy indeciso y no sabe qué hacer con su futuro porque es un desastre, imagínate que tu hermano pequeño es un desastre con las matemáticas y dice que no vale para nada, tu novio no levanta cabeza desde que fallecieron sus padres y no quiere saber nada del mundo, tu prima ha dado a luz a una niña enferma y tienes que ayudarla a dar lo mejor de sí en esa dura situación etc. Y un sin fin de situaciones que nos pueden ocurrir a cada uno de nosotros. Lo que sí, tendríamos que estar preparados para ser ese fuerte deseo que les ayude. Y para ello, basta con ser amigos y no necesariamente Pigmaliones.