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Por Moisés Moisés Cayetano Rosado @MoisesCayetanoR

EL EJEMPLO PECUNIARIO DE RAMALHO EANES

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Cuando el teniente coronel António Ramalho Eanes encabezó las operaciones militares que pusieron fin, el 25 de noviembre de 1975, al Processo Revolucionário em Curso, el militar portugués tenía 40 años.No voy ahora a hablar de aquellas circunstancias -que ya he hecho en otras ocasiones (http://moisescayetanorosado.blogspot.com/2019/08/la-transicion-politica-enespana-y.html)-  sino de destacar el comportamiento de Ramalho Eanes en cuanto a sus decisiones con respecto a su remuneración económica en la nueva situación personal.Inmediatamente fue nombrado Jefe de Estado Mayor del Ejército y ascendido a general. Y también inmediatamente renunció a los emolumentos que le correspondían por su nueva graduación y cargo, limitándose a percibir el sueldo de teniente coronel, destinando el resto a los gastos oficiales de su representación.Un año después, ganaría las elecciones a la Presidencia de la República (cargo que ostentó en dos legislaturas: 10 años), negándose siempre a un aumento de honorarios (https://observador.pt/especiais/eanes-o-presidente-do-25-de-novembro/).¿Acaso alguien puede extraer alguna lección de este comportamiento?Muchas veces se dice que el político debe estar “bien pagado” para que accedan a esta situación los mejores. ¡Los mejores dentro de los ambiciosos del dinero!El expresidente de Uruguay, José Mújica, lo viene repitiendo de continuo: si alguien trabaja por el interés de “la platita”, que se dedique a las finanzas, a los negocios, a la empresa privada; pero si lo hace en el servicio público, “que no se sirva de él para enriquecerse”.El humanista de los Países Bajos Rodolphus Agricola, precursor de Erasmo, lo había indicado en el siglo XV con respecto a los que se dedicaran a la enseñanza: ni tan cuantiosamente remunerados que accedan a la profesión los más ambiciosos, ni tan míseramente que únicamente ejerzan los más incompetentes.Al menos en buena parte del siglo pasado, muchos catedráticos de universidades portuguesas estaban satisfechos de cobrar menos que los profesores de enseñanza media: el honor de la cátedra universitaria no era para ellos “medible” en dinero.El honor de representar al pueblo tampoco lo debe ser. No es que trabajen los políticos sin percibir honorarios para desenvolver una vida cómoda, pero tampoco que tripliquen, cuadripliquen, multipliquen aún más lo que ya obtenían en su vida anónima.¿Que se consideran de muy gran valía “económica”? ¡Pues que sigan el ejemplo que indica José Múgica!¿Qué son conscientes de su servicio a los demás? ¡Pues que hagan caso a los consejos de Rodolphus Agrícola y de los catedráticos universitarios que digo!Y, sobre todo, que sigan el ejemplo pecuniario de Ramalho Eanes. Tal vez, entonces, se les respete más.