Tener sobrepeso o ser obeso, que por lo general es un factor de riesgo para la mayoría de problemas de salud, no complicó la fertilidad en las mujeres con peso excesivo que hicieron ejercicio vigoroso, como correr, montar bicicleta rápido y aeróbicos. Sin embargo, las mujeres con un peso sano que hacían ejercicio más vigoroso eran más propensas a experimentar retrasos en la concepción.
El estudio fue liderado por investigadores estadounidenses y daneses que dieron seguimiento a la actividad física y a la fertilidad en miles de mujeres danesas.
Mientras que la actividad física moderada se asoció con un pequeño aumento en las tasas de fertilidad de todas las mujeres, la autora del estudio Lauren Wise, profesora asociada de epidemiología de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Boston, señaló que “nuestro estudio halló que los niveles más altos de ejercicio vigoroso se asociaban con tasas de fertilidad más bajas de lo normal en mujeres con peso sano, pero no en las mujeres con sobrepeso u obesas”.
Wise dijo que los hallazgos indican que la actividad física de cualquier tipo podría mejorar la fertilidad entre las mujeres con más peso, pero sus contrapartes de peso normal que desean mejorar las probabilidades de quedar embarazadas deben elegir ejercicios de baja intensidad como caminar a paso vivo y hacer jardinería. En otras palabras, las maratonistas que desean concebir quizás deban moderar el ejercicio muy intenso, planteó.
Otros estudios de atletas competitivas sugieren que los ejercicios intensos alteran los ciclos menstruales mensuales de las mujeres, y llevan a una falta de ovulación e incluso la ausencia de periodos menstruales, entre otros problemas, apuntó Wise. Pero añadió que el ejercicio de alta intensidad también podría impedir el implante cuando un óvulo fertilizado se adhiere a la pared uterina.
Los investigadores del estudio observacional reclutaron y administraron cuestionarios por internet a 3,628 mujeres que tenían entre 18 y 40 años. Tenían que estar en relaciones estables con hombres y planificar un embarazo, pero no participar de ningún tratamiento de fertilidad.
Los investigadores recolectaron información sobre la estatura, el peso, los antecedentes reproductivos y médicos, además de detalles sobre el estilo de vida y conductuales, y luego enviaron cuestionarios de seguimiento cada dos meses durante doce meses, o hasta que la mujer quedara embarazada.
Al inicio del estudio, se preguntó a las mujeres sobre el número promedio de horas por semana que hacían ejercicio, y sobre los tipos de actividad física moderada o vigorosa que realizaban. Correr, montar bicicleta rápido, los aeróbicos, la gimnasia y la natación se consideraron vigorosos. Caminar a paso rápido, montar bicicleta a paso lento, jugar golf y la jardinería se definieron como moderados.
Las participantes se calificaron según sus niveles de ejercicio, y los resultados fueron evaluados según el índice de masa corporal (el IMC, una proporción entre el peso y la estatura). Un IMC a partir de 25 se considera sobrepeso u obesidad.
Mientras que la actividad física moderada se relacionó con una concepción más rápida en todos los rangos de IMC, los investigadores hallaron que hubo una “asociación inversa” entre la actividad física vigorosa y el tiempo que una mujer de peso normal (con un IMC inferior a 25) tardaba en quedar embarazada. En las mujeres con sobrepeso u obesas, no hubo relación entre el ejercicio vigoroso y un mayor tiempo transcurrido antes del embarazo.
Los hallazgos del estudio, que no probó causalidad, aparecen en la edición del 15 de marzo de la revista Fertility and Sterility.
Fuente: HealthDay