El Ejército boliviano, del “Evo eres la voz” a pedir su renuncia

Publicado el 13 noviembre 2019 por Santamambisa1

Por Diego Aitor San José

“Militares sí, policía no”. Los gritos, aunque cueste entenderlo, son de seguidores de Evo Morales. Y no son anacrónicos. Son de este mismo martes en la Avenida Mariscal Santa Cruz protestando contra el golpe de Estado sufrido por Evo Morales. Gritos a favor de las Fuerzas Armadas que el pasado domingo, cuando la presión sobre el entonces presidente estaba en su punto álgido, pidieron su renuncia. Esa sugerencia hecha por parte del comandante en jefe del Ejército fue la gota que colmó el vaso para la marcha del presidente indígena. Por mucho que se pregunte a los manifestantes, ellos prefieren cargar tintas contra la Policía y llamarlos vendidos que atacar al ejército.

Los casi 14 años de Evo Morales en el poder se caracterizan por su cercanía con las Fuerzas Armadas. Tanto es así, que los propios militares le cantaban un himno “Evo tú eres la voz / que al antiimperialismo fue quien la enfrentó” decían un par de versos. “Las Fuerzas Armadas han formado parte de políticas del gobierno como la Empresa de Construcción del Ejército para las infraestructuras del Estado hasta la entrega de bonos como el que se daba a los estudiantes a final de año”, explica el politólogo Ludwig Valverde, quien muestra en ese ejemplo la importancia que tenían para el gobierno del MAS.

En 2006, la nacionalización del gas dejó la imagen incónica de las Fuerzas Armadas llegando a las refinerías a colgar la bandera boliviana. “Morales sabía que el Ejército es una organización necesaria para un proceso de cambio como el que él quería llevar a cabo, lo vio en Cuba y también en Venezuela”, analiza Gonzalo Rojas, politólogo paceño. Así, Rojas enumera cambios en la organización del ejército, la incorporación de la wiphala (la bandera de los pueblos indígenas) al uniforme tras la reforma constitucional de 2009, el cambio de grito al replegarse del “Subordinación y constancia ¡Viva Bolivia!” por el “Patria o muerte ¡Venceremos!” o la creación de la Escuela Antiimperialista Militar.

El ejército fue bastante bien tratado durante toda la Administración Morales en comparación con otros cuerpos de seguridad como la Policía. El cuerpo de uniformados que comenzó el motín contra Evo el pasado viernes tenía entre sus reivindicaciones la pensión al 100% de salario, algo que entre los trabajadores públicos solamente tienen los militares. Un suboficial de la policía, durante el motín, explicaba a Público que mientras su sueldo es de unos 2.500 bolivianos (unos 330 euros), el de los militares es de 5000 (unos 660) y que durante los últimos años el gobierno no había hecho más que quitarles competencias para dárselas a los militares como la concesión de las cédulas de identidad o la vigilancia de autoridades.

Sin embargo, cuando la policía se amotinó, el ejército no tardó en distanciarse del gobierno. Primero el mismo sábado diciendo en un comunicado que no saldrían a reprimir al pueblo, en este caso, a los manifestantes de la oposición que ocupaban calles y cortaban carreteras. La decisión dejaba, de facto, al país sin control en las calles. Y ya el domingo, Williams Kaliman, comandante en jefe, reclamaba la dimisión de Evo Morales en una comparecencia breve pero que marcaría el destino del país.

Quien lo pedía era el mismo Williams Kaliman que hace 10 meses cuando asumiera el cargo se declarase como “soldado del proceso de cambio” (como se conoce a los gobiernos de Morales) y se deshizo en elogios hacia la marcha del país: “Por primera vez en la historia nuestra economía es la primera en la región y esos son cambios muy importantes nosolo para el Estado, sino para nuestros hijos y nuestros nietos”. El mismo Kaliman que el lunes aceptaba la petición de la Policía (que había levantado su motín horas antes) para contener las calles “ante el vandalismo” y los manifestantes pro-Evo.

Por qué el ejército ha abandonado a Evo Morales

Entonces, ¿por qué el cambio? El politólogo Gonzalo Rojas recuerda que las Fuerzas Armadas han tenido mucho protagonismo en la política del siglo XX con dictaduras militares entre los años 64 y 80, “principalmente de un corte conservador como las de Pinochet o Videla”. Pero sobre todo, menciona la crisis del 2003 en la que las protestas se saldaron en el octubre negro con más de 60 muertos en las calles por culpa de la represión militar. De aquello se hizo un juicio que acabó con cárcel para los principales oficiales. Eso de tener que salir a reprimir y terminar en prisión, dice Rojas, es una de las posibilidades que ha influido.

La otra, explica, es que “a diferencia de Venezuela” aquí las Fuerzas Armadas han mantenido más distancia respecto al gobierno. “Aunque Evo Morales haya hecho el servicio militar obligatorio, él no es un militar y Chávez sí que lo era”, señala Rojas. “En Venezuela son gobierno, aquí están en una especie de matrimonio entre gobierno civil y militar, pero siempre bajo la figura enorme de Evo Morales”, explica el también politólogo Diego Ayo quien añade que existe “una supeditación pasiva al presidente a cambio de un aumento del rol y de sus privilegios”.

En un artículo en la revista digital Nuso.org, el escritor y periodista boliviano Fernando Molina recuerda que en 2008, en plena crisis autonomista, el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de ese momento, Luis Trigo, “rechazó públicamente la intromisión del presidente de Venezuela y estrecho aliado del oficialismo, Hugo Chávez, quien había dicho que si a Evo Morales lo derrocaran o lo mataran, él tendría luz verde para intervenir en Bolivia”. La respuesta de Trigo fue que las Fuerzas Armadas de Bolivia no permitirían “que ningún militar o fuerza extranjera pisen territorio nacional”.

Esa independencia y, posiblemente, que la situación el domingo ya fuera de un margen excesivamente estrecho para la continuidad del gobierno del MAS con Evo Morales a la cabeza hizo que los militares decidieran asegurarse su futuro y acabar de dar la puntilla al golpe cívico-policial. “Las Fuerzas Armadas nunca habían tenido tanto poder, pero era un poder tenue bajo la figura de Morales, la decisión del domingo intenta darle la vuelta a eso y ganar poder institucional ante la posible caída de Morales”, remarca Ayo. La intervención de Kaliman pasará a la historia como una traición, pero puede ser que le sirva para salvaguardar su puesto en una previsible futura transición.