"Aguileñas como picos de rapaces, rojas por el frío matutino, granujientas y tumefactas por el mucho beber; aplastadas por un espadazo recibido de plano cuando servían a la patria o celebraban al dios Baco; torcidas por un puñetazo certero encajado mientras se disputaban un hueso, moneda o la raja de una mujer; mutiladas por el mandoble de un acreedor o de un asesino torpe; anchas y rubicundas, de orificios enormes y cavernosos."
Luther Blisset fue un delantero del Milán de origen jamaicano cuyo nombre fue utilizado por un grupo de escritores para firmar sus obras. Se hicieron conocidos por su novela Q, sin ocultar que trabajaban bajo seudónimo. En 1999 Luther Blisset, el seudónimo, muere, y aparece Wu Ming. Tenía curiosidad, y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El ejército de los sonámbulos.
Estamos en 1973 y Luis XVI está a punto de ser guillotinado. La guillotina infunde terror y la ciudad bulle entre partidarios y conspiradores. Pronto el terror será Terror. Y en este ambiente conocemos a d'Amblac, médico discípulo del mesmerismo, Marie Nozière una mujer que lucha por la iguadad entre ambos sexos, un actor llamado Modonesi que oscilará entre Scaramouche y Goldoni y veremos como se mezclan con un buen puñado de personajes reales a los que todos conocemos como Marat o Robespierre.
Para quien siga con curiosidad, Wu Ming significa anónimo en el idioma mandarín, tras este nombre se ocultan, que no esconden ya que es fácil acceder a quienes son, cuatro escritores italianos que no tienen ningún problema a la hora de realizar giras promocionales, firmar libros o incluso distribuirlos vía su propia web bajo licencia common. Conocido todo esto, casi más como anécdota que como necesidad, vayamos con la novela, que se aleja también de las normas básicas no escritas de lo que conocemos como novela histórica.
Lo que primero nos llama la atención cuando comenzamos a leer, es su estructura. Dividida en actos y escenas, como si se tratara de una obra de teatro, el colectivo Wu Ming nos deja una novela atípica ambientada en un momento convulso de la historia europea combinando personajes reales y ficticios en este conjunto de estampas de una época que nos permitirá decidir cuál de todos ellos es nuestro personaje protagonista favorito. Es de suponer que escribir una novela con semejante estructura tenga un motivo concreto y quizás sea la percepción que el lector tiene a medida que avanza de estar ante un relato coral de trovadores que pueblan una misma época. Eso provoca un dinamismo en la narración, una facilidad a la hora de avanzar, que se aleja de aquellos textos lentos y terriblemente descriptivos que pueblan la etiqueta de novela histórica. Se adentran entonces en el terreno fantástico con pies de plomo, sin despegarse del suelo del todo para no perder a detractores, y comienza una epidemia de sonambulismo que aniquila la conciencia y que, a buen seguro, os habrá hecho pensar en el anteriormente citado mesmerismo, pero no me pronunciaré al respecto ya que es una novela cuya lectura se convierte en un placer ya que los autores no tienen problema alguno en imprimir aunque sea a ratos, ritmo de thriller a esta novela que se acerca también por momentos a aquellos textos de antaño que hablaban de mosqueteros.
Si siempre he defendido que me parece muy complicado escribir un texto a cuatro manos que mantenga su homogeneidad, no quiero ni pensar en la locura que ha de ser escribir lo a... dos por cuatro... ¿ocho manos? Una auténtica locura. Sin embargo, y como ya sucediera con Q o con 54, más allá de la curiosidad por la forma en que se concibe y escribe El ejército de los sonámbulos, mi recomendación se basa en una lectura disfrutada. Animáos a experimentar luego contadme.
Y vosotros, ¿Qué opináis de los libros escritos por más de un autor?, ¿también os suena complicado?
Gracias.