“No se trata de mí, sino solo de la humanidad”Pág. 143
1Este libro es un retrato pormenorizado de la Polonia comunista. Se ríe del individualismo, el colectivismo, la industrialización, el nacionalismo, el partido comunista, Marx, las guerras, las barricadas, el campesino, las instituciones, la familia, la burocracia. No ceja ante nada ni un segundo. Lo más llamativo es que los primeros en reírse fueron los polacos. ¿Quién es más crítico, el autor o los lectores? ¿Autocrítica? Difícil: simplemente los relatos son hilarantes y tan agudos, que uno debe optar entre bailar en la fiesta o amargarse y llorar.¡Un trago de vodka!
2Cada uno de los 23 textos es una fiesta. Se satiriza la vida y también la propia sátira. Esto es: en lugar de solución (sea moralista, denunciativa, etc.) Mrozek se despide con un despropósito poético, aunque no exento de lógica, siempre poética.
3Allí donde Swift, gran maestro de la sátira, desata su feroz sarcasmo, humor negro en erupción, alcanzando un paroxismo amargo, Mrozek soluciones hilando despropósito, melancolía, frustración y ternura, próximo al Jarry de los personajes secundarios de Ubú Rey. Su sociología es onírica y pulsional. Es más empático que activista.Expone la aureola de sus personajes. Dan, por lo mismo, una apariencia de unidimensionalidad: tienen un solo deseo o ambición, con espasmos que pueden ser una fuga pero principalmente son límite. La sociedad es una pared contra la que explotamos como bombitas de navidad, haciendo ruiditos y chispitas.
4El narrador de “Crónica de la ciudad sitiada”, dice en el primer párrafo: «La ciudad está sitiada. Los campesinos de los alrededores no pueden pasar los controles; por consiguiente, el precio de la leche ha subido desmesuradamente».Esta preocupación por el precio de la leche en una situación crítica, sitúa a Mrozek frente al caso Régimen comunista polaco: los detalles mínimos por los que pasa la gente, a pesar de la aparatosidad descontrolada de un sistema político, son lo que construyen un estado. Los zapatos, el clima, los tonos de voz, el miedo, el clima, los animales, el trabajo cotidiano, etc. El poder remoja al ser humano en su leche convirtiéndolo en un pan hinchado y débil; pero a veces, como cuando hay una situación de emergencia, no se puede conseguir esa leche, y hay que conformarse con agua o vodka.
5La verdad revolucionaria descubre el velo de las razones profundas de la vida, de la opresión y del sufrimiento. Muestra un sendero posible, claro, riguroso y en lo posible concreto. El realismo socialista es su antesala. El resto de la literatura escenifica la complejidad de la estética vital. Remover sábanas más que correr velos. La poesía, por ser la forma más extrema del esteticismo en escritura, exuda la verdad de las verdades: dice, con palabras, eso que la palabra no puede decir: o sea, motoriza el fluir del lenguaje arrastrando el mundo entero en su impulso.Los relatos de este libro se deslumbran ante la existencia y la esencia con la misma intensidad.Pocos prosistas de narraciones breves han parido brillantemente con esta misma actitud: Franz Kafka, Robert Walser, Julio Torri, Dino Buzzati, Bruno Schulz. Sławomir Mrożek, aun con altibajos, se les hermana.
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