Uno de los principales problemas que persisten en todo el mundo es que la presencia física y las voces de las mujeres en los puestos de poder y toma de decisiones dentro de los partidos políticos siguen siendo débiles y son casi inexistentes. A pesar de que las mujeres participan de manera visible y activa en el apoyo a los partidos políticos y son convocadas por los partidos para adherirse así como para emitir su voto en apoyo de los mismos a través de elecciones, su participación no siempre garantiza su inclusión en la toma de decisiones dentro de los partidos y en la toma de decisiones públicas en general. Se puede argumentar que el escepticismo sobre las capacidades de liderazgo y toma de decisiones de las mujeres es común dentro de los partidos políticos debido a que las normas sociales que dictan esa política es un dominio de los hombres.
La cuestión no es si las mujeres pueden desempeñar un papel activo en los partidos políticos, ya que sí pueden y, de hecho, contribuyen en muchos niveles. La cuestión es cómo acelerar el acceso de las mujeres a los espacios políticos y asegurar que sus voces sean “oídas”, y su participación se corresponda con su presencia e intervención en los procesos de liderazgo y toma de decisiones en la política.
La igualdad de acceso y participación de mujeres y hombres en los procesos políticos y electorales está determinada en gran medida por las culturas, sistemas y procesos de la democracia intrapartidaria y el proceso de selección y nominación de candidatas y candidatos. En muchos casos, la baja participación y representación de las mujeres es de hecho parte de un tema más amplio y que se refiere a las actitudes culturales y tradicionales que están arraigadas dentro de los partidos y son perpetuadas por sus normas, sus sistemas, prácticas, procedimientos y acceso a posiciones de liderazgo.
El hecho de que los partidos políticos sean considerados como los “reales guardianes” para acceder a puestos de poder y el avance de las mujeres en la política, implica que es a nivel de éstos que deben ponerse en práctica los principios del empoderamiento de las mujeres y la igualdad de género. Por lo tanto, los movimientos o partidos políticos como instituciones que pueden apoyar la construcción de la democracia deben crear un clima propicio para la participación significativa tanto de los hombres como de las mujeres.
Con el fin de descubrir hasta qué punto los asuntos definidos anteriormente están arraigados dentro de los partidos políticos, IDEA Internacional llevó a cabo un análisis de las constituciones, manifiestos, declaraciones públicas y políticas internas de partidos políticos entre junio de 2011 y junio de 2012. El análisis abarcó los siguientes 36 países de África y 3 de Asia (como proyecto piloto): Angola, Benín, Botsuana, Burundi, Camerún, Cabo Verde, Chad, Congo Brazzaville, Egipto, Etiopía, Gambia, Ghana, Indonesia, India, Kenia, Lesoto, Liberia, Madagascar, Malí, Malawi, Marruecos, Mauricio, Mozambique, Namibia, Nepal, Nigeria, República Democrática del Congo, Ruanda, Senegal, Seychelles, Sierra Leona, Suazilandia, Sudáfrica, Sudán, Tanzania, Togo, Uganda, Zambia y Zimbabue.
Es evidente a partir del análisis que si bien algunos partidos políticos tienen cuotas para la representación femenina en el parlamento, no aplican estas mismas cuotas a las estructuras internas del partido, ya que como se señaló anteriormente sus culturas partidarias y, específicamente, sus actitudes tradicionales dominadas por los varones limitan la participación y representación significativa de las mujeres.
En la mayoría de los países incluidos en el análisis, existen marcos legislativos nacionales (constituciones, leyes) cuyo objeto es proteger o mejorar la igualdad de género. Si bien los marcos legislativos son muy importantes para establecer el reconocimiento de la igualdad entre mujeres y hombres, hay una brecha en la traducción de estos principios a la acción más allá del ámbito legislativo en términos de las estructuras y procesos que permitan que la legislación surta el efecto apropiado. El impacto de esta situación se manifiesta en la continua falta de igualdad de género en los puestos de poder y toma de decisiones incluso desde dentro de los partidos políticos. Una de las razones para esto es que los partidos políticos no han hecho arraigar los principios de igualdad de género estipulados en las legislaciones nacionales en sus procesos, prácticas, sistemas y estructuras intrapartidarias. Aunque los manifiestos de algunos partidos políticos mencionan compromisos internacionales en favor del empoderamiento de las mujeres y la igualdad de género, la ausencia de garantías en sus procesos y prácticas inhibe las acciones sustantivas que pudieran darse para implementar estos compromisos.
Más allá de la retórica de las campañas, la mayoría de los partidos políticos aún no han incorporado la igualdad de género en sus documentos de política, en particular las normas y reglamentos para la identificación, selección y nominación de las y los candidatos a puestos de liderazgo dentro del partido y otras posiciones de poder y de toma de decisiones. En consecuencia, las cifras de las mujeres en posiciones de liderazgo dentro de los partidos políticos no reflejan las promesas hechas por la mayoría de éstos durante las campañas.
La cultura política de utilizar el poder como un instrumento de dominación y las reglas “no escritas” sobre el privilegio masculino dentro de los partidos políticos socavan el empoderamiento de las mujeres en general y en particular el acceso de las mujeres a posiciones de poder y toma de decisiones.
Autor:
Rumbidzai Kandawasvika-Nhundu, gerenta sénior del Programa Democracia y Género de IDEA Internacional
Fuente: IKNOW