“El elogio de la sombra”, de Junichiro Tanizaki

Por Guillermo Guillermo Lorén González @GuillermoLorn

Por primera vez traducido del japonés

Con prólogo de Yayoi Kawamura
Traducción y epílogo de F. Javier de Esteban Baquedano

El elogio de la sombra nos ofrece una reflexión a los que vivimos en la posmodernidad llena de contradicciones”

“Apreciar el mate frente al brillo, lo rugoso frente a lo pulido, lo aparentemente deforme frente a la perfección formal o lo fugaz frente a lo permanente aporta valores estéticos que la «sombra» como concepto  y como elemento catalizador nos ofrece, valores que nos introducen en la estética del Wabi-sabi, como señala Leonard Koren, y que nos acercan a la meditación-abstracción del mundo del zen”.

Y Tanizaki nos dice: “Pensamos que la belleza no está en los objetos, que es producto de las sombras creadas por esos objetos, que reside en el claroscuro”.

Cubierta de: El elogio de la sombra

En Occidente, el más poderoso aliado de la belleza ha sido siempre la luz. En cambio, en la estética tradicional japonesa lo esencial es captar el enigma de la sombra. Lo bello no es una sustancia en sí sino un juego de claroscuros producido por la yuxtaposición de las diferentes sustancias que va formando el juego sutil de las modulaciones de la sombra.
En este ensayo clásico, escrito en 1933, Junichiro Tanizaki va desarrollando con gran refinamiento esta idea medular del pensamiento oriental, clave para entender el color de las lacas, de la tinta o de los trajes del teatro no; para aprender a apreciar el aspecto antiguo del papel o de los reflejos velados en la pátina de los objetos; para prevenirnos contra todo lo que brilla; para captar la belleza en la llama vacilante de una lámpara y descubrir el alma de la arquitectura a través de los grados de opacidad de los materiales y el silencio y la penumbra del espacio vacío.

Tanizaki valora dentro de las sombras su capacidad de absorber el tiempo, el rastro humano, la erosión, la aparición de la vejez y la historia, la metamorfosis de la materia, la profundidad, la quietud y la sabiduría. Sabe encontrar dentro de una sombra una historia milenaria donde se almacenan ocultos secretos del pasado.

A lo largo del libro explora la relación entre la sombra, lo tenue, el contraluz, en la cerámica japonesa, los tokonomas, la construcción de las viviendas, de las lámparas, de la tinta china y del vestuario del , entre otros aspectos, y cómo la semipenumbra enaltece la belleza de los diseños japoneses.
El elogio de la sombra es un alegato a favor de un arte y una sociedad –la japonesa- que pone en valor la penumbra, el matiz, lo sutil, esos aspectos que enriquecen y dan interés a las cosas, frente a la obviedad occidental provocada por el exceso de luz, la modernización imparable y la practicidad, que al hacer las cosas tan obvias las convierte en estridentes.
De todas formas tengo que decir que el libro tiene anécdotas que incitan a la sonrisa, como cuando nombra al escritor Natsume Sōseki alabando las virtudes del retrete japonés [Pág. 23], o al poeta Saitō Ryokuu quien dijo que la elegancia es fría  [Pág. 25].
También es curioso mencionar que para la primera traducción del libro pasaran nada menos que cuarenta y cuatro años pues fue en 1977 cuando Leete’s Island Books lo publicó en inglés. Del mismo año 1977, procede la traducción al francés publicada por Publications orientalistes de France. Y nada menos que ochenta y tres años para que la Satori Ediciones publicara la primera edición directa del japonés, pues las anteriores procedían de la traducción francesa (por ejemplo la de Editorial Siruela).

Tanizaki Junichiro

El autor:
Tanizaki Junichiro (谷崎 潤一郎) nació en Tokio, el 24 de julio de 1886, piedra angular de la literatura contemporánea japonesa y eterno candidato al premio Nobel, cursó estudios literarios en la Universidad Imperial. Autor fundamental para el entendimiento mutuo entre Oriente y Occidente, conoció en profundidad la literatura occidental y se dejó empapar por su influencia: Poe, Baudelaire y sobre todo Oscar Wilde. Al final de la década de 1920, Tanizaki se trasladó a Kansai, donde descubrió la cultura clásica nipona y la belleza del Japón premoderno. Publicó por entonces La historia de un ciego, Sobre Shunkin y La vida enmascarada del señor de Musashi, obras que beben de la tradición japonesa clásica. Durante la guerra, sufrió la censura en trabajos como Las hermanas Makioka, que se convertirá en uno de los grandes éxitos de posguerra. En 1949 recibió la Orden del Mérito Cultural en reconocimiento a su labor literaria. Prolífico escritor,Tanizaki continuó trabajando de manera incansable hasta su muerte ocurrida en  Yugawara, Prefectura de Kanagawa, el 30 de julio de 1965.

El libro:
El elogio de la sombra (título original: 陰翳礼讃 –In’ei Raisan-, 1933) ha sido publicado por Satori Ediciones en su Colección Clasicos Satori. Prólogo de Yayoi Kawamura. Traducción y epílogo de Javier de Esteban Baquedano. Encuadernado en tapa dura, símil tela, tiene 120 páginas.

Cómpralo a través de este enlace con Casa del Libro.

Para que haya sombra debe de a haber luz, y para terminar esta reseña voy a poner un cuadro del maestro de la luz: Georges de La Tour, el cual tiene ahora una exposición en el Museo Nacional del Prado en Madrid. Si hay luz, hay sombra, y viceversa.

The Repentant Magdalene (Georges de la Tour) (1640)