Hoy os traemos un breve cuento que nos habla sobre el enfado y sus consecuencias: el perdón, el rencor, el tiempo necesario para volver a la normalidad… A través de la conversación entre un padre y un hijo podemos aprender cómo afrontar el perdonar a otros o ser perdonados.
Un niño al volver de la escuela le dijo a su padre:
– Papá, hoy le he hecho una cosa muy fea a un amigo mío… Él me ha quitado mi mochila, la ha escondido y cuando más tarde yo he ido a cogerla, la mochila ya no estaba. En seguida él me ha dicho que la había escondido, pero yo sin pensarlo le he dado un empujón y le he tirado al suelo. Y lo peor de todo es que me he sentido mal cuando me ha dicho que era para gastarme una broma y se ha puesto a llorar.
A esto el padre le preguntó:
– ¿Y tú qué has hecho después hijo mío?
– Yo, papá, le he pedido perdón.
-Entonces, hijo, ¿cuál es el problema?
El niño, le contestó con un tono triste y arrepentido:
– Pues que le he dicho que lo sentía, y él me ha contestado que me perdonaba. Pero yo no le veo bien ahora, durante el trayecto de vuelta de la escuela estaba serio conmigo y no me hablaba. No entiendo si me ha perdonado… ¿por qué se pone así conmigo?
El padre se acercó definitivamente a su hijo y le ordenó coger un papel y arrugarlo. Una vez lo tenía arrugado le dijo que lo tirara al suelo. El niño, haciendo caso a su padre a la vez que intrigado, siguió los pasos y finalmente le preguntó:
– ¿Y ahora qué, papá? ¿Qué tiene que ver todo esto?
El padre reveló el misterio a su hijo, proporcionándole una valiosa lección:
– Hijo mío, ahora estira el papel, y trata de volver a ponerlo en su estado natural.
El hijo trató de estirar el papel al máximo, pero obviamente no había manera de quitar la mayoría de arrugas que habían quedado. Tras reflexionar unos segundos el hijo, cabizbajo, dijo a su padre: – No se puede papá… el papel está arrugado, porque yo lo arrugué.
Hay personas a las que una vez que le has hecho algo con dolor, luego les cuesta volver a recuperar su estado natural y no por ello son mejores, ni peores, simplemente les cuesta. También depende de cuán grande es el daño que se les hizo, o cuán importante era para esa persona. Hay que tener paciencia, ponerse en la piel del otro y saber que algún día, o incluso en breves horas, todo podrá volver a la normalidad. Otras, por el contrario, como en el caso del papel, nunca vuelven a sentirse bien con nosotros.
Sobre el autor
Yolanda
Yolanda Pérez Directora del centro de Psicología Eclipse Soluciones. Doctora en Psicología (nº col. CV-9418) y Master en Psicología de la Salud. Especializada en terapa adultos-intantil. Experta en formación y orientación laboral.