Occidente apenas se distingue ya de los totalitarismos más crueles y ha decidido abandonar a los países que son esclavizados por el comunismo, que es la doctrina más sucia y criminal ideada por el hombre desde la creación.
Algunos países en teoría libres y democráticos, como España, ayudan al asesino Maduro y colaboran con su dictadura sangrienta librándolo de su principal obstáculo, Edmundo González, ganador de las elecciones y presidente electo, al que España ha sacado de Venezuela tras concederle asilo político.
Los partidos que se dicen democráticos despliegan estrategias sucias y ajenas a la democracia, como los cinturones sanitarios que impiden el acceso al poder de las nuevas derechas. La trampa, la suciedad, la corrupción y la ambición desmedida inundan la vida política en el prostituido “mundo libre”.
El prestigio de las democracias se desmorona poco a poco, no porque el sistema falle, sino porque está siendo manipulado por impresentables que la pervierten, corrompen y utilizan en beneficio propio, nunca del pueblo.
La democracia actual es como una gran alfombra que oculta vicios y desmanes por todo el mundo. Aquella democracia que el presidente Lincoln definió como "El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo", es hoy en muchos países "El gobierno de los políticos, por los políticos y sin el pueblo".
En lugar de un sistema ideado para que los intereses de los ciudadanos sean atendidos, la democracia es hoy un sistema rediseñado y prostituido para que los intereses de las clases dominantes y castas en el poder sean incrementados.
España es uno de los más claros ejemplos mundiales de democracia degradada y prostituida, aunque no el único. La corrupción se ha instalado en los partidos y las instituciones y la democracia ha quedado así prostituida y deslegitimada, además de desprovista de sus defensas, frenos y cautelas fundamentales, sobre todo de la separación efectiva de los poderes fundamentales del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) y de otros muchos controles para que el poder de los que mandan queden siempre limitados y controlados.
El mundo antes llamado “LIBRE” se hunde en el fango tras asumir vicios totalitarios como la corrupción, la mentira, la estafa, el asesinato de la democracia y la conversión de los partidos políticos en agrupaciones para lograr poder, privilegios y dinero abundante.
No hay duda de que el mayor drama de este sigo XXI es que los autócratas, los enemigos del pueblo, los asesinos de la democracia y auténticos delincuentes adictos a la corrupción se han apoderado de muchos estados y están al frente de gobiernos podridos que, con descaro y suciedad, se autodenominan "democráticos".
Francisco Rubiales