La imagen de Estados Unidos no queda muy bien parada en esta película de Roman Polanski, ya que el país más poderoso del mundo extiende sus tentáculos de modo avasallador e influye en la política de sus amigos británicos.
Tal es la historia que cuenta el director franco-polaco, autor de obras tan bellas como El pianista.
Aquí, Polanski se desenvuelve de fábula en el suspense, y de hecho, ya ha sido así en otras muchas de sus creaciones, como La semilla del diablo, o Repulsion.
“El escritor” cuenta entre sus grandezas con el escenario en donde se desarrolla. Centrar la historia en una isla perdida, lluviosa y medio abandonada es un punto a favor.
El argumento es sencillo en teoría: escritor que tiene la oportunidad de ser biógrafo, nada menos, que del expresidente de Gran Bretaña, papel interpretado por Pierce Brosnan.
Ewan Mcgregor es el escritor y creo que su personaje se nos queda, su mirada inquieta, su capacidad para investigar o ser un metomentodo sobresale. Por acostarse, se acuesta hasta con la mujer del político. Por merodear por la isla, lo hace hasta meterse en la cabaña de un anciano que le da pistas. Por echar un pulso con la CIA llega hasta el chalet de Paul Emmett. En fin, si alguien se arriesga es El escritor.
Pierce Brosnan está estupendo como presidente Adam Lang, se nota que está en la política por su atracción por el sexo opuesto y que se deja llevar una vez y otra también por su mujer, unida a la causa americana.
Todo esto lo vamos descubriendo a medida que se desarrolla la peli. La tensión va a más, el misterio crece. Y como es muy típico de Polanski, es al final cuando se resuelve todo con una frase clave: La solución está en los principios.
Memorable escena de cierre con el manuscrito volando por los aires y un coche a toda velocidad. La cámara se queda en otra panorámica y ya no sabemos más, lo intuimos, eso sí, y la intuición con este director es lo que cuenta