El escritor gonzo. Cartas de aprendizaje y madurez, de Hunter S. Thompson

Publicado el 30 julio 2012 por José Angel Barrueco

Hunter S. Thompson es uno de los autores más divertidos y feroces que he leído, y también de los más competentes y suicidas, y baste leer las obras suyas publicadas en lengua española: Los Ángeles del Infierno, Miedo y asco en Las Vegas, El diario del ron, Mescalito, La gran caza del tiburón. Todas muy recomendables.
El escritor gonzo recoge la correspondencia escrita entre 1955 y 1976 (con algunas excepciones, como nos anuncian en el prefacio), y abunda en destinatarios famosos en aquel entonces: editores (de Ballantine Books…), escritores (William Kennedy, Tom Wolfe, Nelson Algren, William Faulkner…), políticos (Lyndon B. Johnson…), periodistas (Jann Wenner…), amigos (Óscar Acosta), poetas (Allen Ginsberg), cantantes (Joan Baez). Estas cartas son imprescindibles para todo admirador de Hunter, al menos admirador de su prosa (en persona parecía un poco difícil de tratar): resultan ilustrativas, aclaran ciertas oscuridades de su obra, nos permiten aprender del maestro del periodismo gonzo… Lo más divertido lo constituyen la rabia, la mala leche, los exabruptos y los tacos, la visceralidad que suelta el autor en casi todas sus misivas. Thompson no se cortaba un pelo, y utilizaba la palabra como si fuese una escopeta o un hacha, rebanando cabezas por doquier, tanto las de sus enemigos como las de los amigos que se la jugaron. Abajo, algunos ejemplos:
[A Jack Scott, del “Vancouver Sun”. Extracto] Por lo que a mí respecta, es una vergüenza que un terreno tan potencialmente dinámico y vital como el periodismo esté plagado de zoquetes, inútiles y cagatintas, dominado por la miopía, la apatía y la complacencia, y en términos generales estancado en un lodazal de mediocridad inmovilista. Si el Sun quiere apartarse de todo esto, creo que me gustará trabajar para usted. Casi toda mi experiencia se limita a las crónicas deportivas, pero soy capaz de escribir de todo, desde propaganda belicista hasta críticas de libros. Soy capaz de trabajar veinticuatro horas al día si es necesario y de vivir con un salario razonable, y me importan un sucio comino la seguridad en el trabajo, las ideas políticas de la redacción y las relaciones públicas adversas. Preferiría estar en el paro a trabajar para un periódico del que me avergonzara.
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[A H. Lawrence Lack, del “Los Angeles Free Press”. Extracto] Esa reseña estaba más podrida que cualquier cosa que haya podido concebir la revista Time. Toda la idea de “prensa underground” se basa en la confianza que se establece entre las publicaciones y las personas que las compran… y ustedes defraudan esa confianza cuando publican mentiras descaradas. La “prensa underground” sólo cuenta con una ventaja fundamental sobre la “prensa establecida”, y es la libertad de publicar cualquier cosa que los directores consideren verdaderas e importantes, a pesar de las posibles consecuencias.
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[A Bernard Shir-Cliff, de Ballantine Books. Extracto] Querido Bernard… ¿Cómo cojones puedo conseguir ejemplares de mi libro? Los he pedido en librerías, los he pedido directamente a Ballantine y hay gente en ambas costas que ha prometido enviarme los primeros ejemplares que encuentre. Es la tercera o cuarta vez que te los pido a ti directamente. Joder, estoy dispuesto a pagarlos. Mándame cincuenta (50) ejemplares y descuéntalos de mis derechos de autor. Estaba a punto de disculparme por las calumnias que vertí sobre tus técnicas de venta…, pero entonces me di cuenta de que la mitad del importe que me mandaste era por los derechos sobre la edición en tapa dura. ¿Dónde, por todos los putos santos, has escondido los 550.000 ejemplares que me dijiste que habíais lanzado? Si yo dirigiera esa empresa, tu culo estaría en el paro en menos de 24 horas.
[Traducción de Antonio-Prometeo Moya]