A los adultos de hoy siempre se nos inculcó que debíamos esforzarnos para cualquier actividad que deseásemos emprender, más aún si cabe si esa actividad englobaba el aprendizaje del colegio, instituto o universidades, el esfuerzo ya se convertía muchas veces en sacrificio, privándonos de determinadas cosas que en la juventud cuesta trabajo entender y más aún obedecer. Bien es cierto que siempre que nos esforzábamos conseguíamos lograr nuestro reto, obteníamos el beneficio. Lo que nunca se nos dijo es que ese esfuerzo para aprender, puede y debe ser divertido que a de vivirse como un juego y gracias a las emociones que nos genera es por lo que retenemos en nuestra mente y aprendemos. Al final va a ser cierto que Aprendemos Jugando.
Y aunque aparentemente el juego es diversión, realmente supone un esfuerzo para nuestras mentes y nuestros cuerpos ejercitar dichas actividades, pero debido a que nuestra mente está sintiendo y viviendo un flujo de emociones es porque retemos el aprendizaje realizado a través de la diversión. Es como un feed-back, nos convertimos en personas más resolutivas, más arriesgadas, aprendemos a diseñar estrategias a respetar las reglas del juego, a compartir con el resto del equipo, a ser más solidarios, y claro está nos permite tomar las decisiones más adecuadas, las más coherentes, en definitiva las más mejores para ese momento. Es por eso que los altos ejecutivos que han jugado y aprendido jugando durante su infancia y juventud, no tienen miedo al fracaso, al ridículo. Aman el riesgo, porque saben que eso es avanzar.
Más ventajas de los juegos y sobre todo de aprender a través del juego, es que estos se pueden personalizar, no a tod@s nos tiene porqué gustar el mismo juego, con el mismo objetivo. Va a depender y mucho del reto que nos proponga el juego el que estemos dispuestos a insistir, a arriesgar, a buscar aquí y allá estrategias, que nos permitan conseguir avanzar hacia nuestra meta deseada.
El juego nos permite conocer lugares inimaginables, arriesgados, oscuros, alegres, crear tus propios lugares de diversión de aprendizaje, y nos propone una forma de comunicación de acercamiento entre las personas bastante más distendida que cualquier conversación normal. Entrar en contacto con gente nueva, abrir nuevas posibilidades, nuevos posibles a las distintas maneras en que el ser humano se ha comunicado entre sí a lo largo de su vida.
Dentro de ese esfuerzo invisible que supone el jugar para aprender, es necesario saber que en el juego aunque existen reglas básicas que son las que van a regir la estructura del mismo, las personas nos debemos sentir libres de crear dentro del juego las opciones que creemos más nos puedan interesar, y sobre todo libres para equivocarnos, porque realmente un juego en el que todo es fácil, asequible y nunca hay errores, es aburrido, la emoción generada es happy, happy, y al final dejamos de jugar porque sencillamente la acción dejó de existir. La libertad en el juego es fundamental por ese mismo motivo para poder expresar libremente aquello que con palabras no encuentras, o simplemente para poder sacar a la luz nuestro potencial. "La antigua forma de enseñar es aburrida, la nueva se basa en que las personas aprendan solas" (Marc Prensky).
Al igual que la sociedad en que vivimos está cambiando a pasos agigantados con una velocidad en la mayoría de los casos de vértigo, el modelo de aprendizaje en este país es tan tremendamente obsoleto que deben plantearse muy seriamente dentro de las instituciones públicas qué clase de personas deseamos tener en el futuro, autómatas o personas que sean resolutivas. Las primeras acabarán siendo irremediablemente vagón de cola, las segundas tienen un alto porcentaje de ser motores de un tren con tantos vagones como se desee llevar. Porque una persona resolutiva es una persona determinada.