¿el espacio vital establece espacios creativos de marketing de experiencias?

Por Mariamateria
La Última Cena. Leonardo Da Vinci, (1495-1497)
Temple y óleo sobre yeso.

Si el Marketing de Experiencias busca la interacción y empatía desarrollando situaciones y acciones renovadas entre usuarios y marca corporativa, el espacio vital pervive en el mismo hecho relacional creando las correspondencias del propio individuo con su entorno en el plano de sus circunstancias.
La inmediatez del espacio cotidiano en el que se desenvuelve cada usuario, genera una comunicación en la que el conjunto de datos procesados, perceptivamente, realizan un intercambio de mensajes desde diversos canales experienciales. Se estima pues, que el Marketing de Experiencias ejecuta un nivel de compromiso sacando el máximo rendimiento en la elaboración, diseño y reformulación de historias que nunca son absolutas.
Cimentar el proceso en el cual, se experimenta el compartir historias, nos lleva además, a comprender mejor el orden y la disposición de la sociedad humana, de los gustos, dinstinciones, ideologías y culturas que son sólo relativas, ya que éstas, deben de ser tratadas como conceptos flexibles, fluidos, que necesitan ajustarse una y otra vez, sin descanso, para satisfacer lo mejor posible las necesidades sociales.
La experiencia compartida y no una serie de principios abstractos, es lo que implicará para los usuarios de una marca ser protagonistas incluso, de su propio destino.
En La última cena, pintura mural que se enclava en la pared del refectorio, obra y trabajo de Leonardo da Vinci, para el convento de los dominicos en Milán, puede tomarse como un valioso referente del Marketing de Experiencias, no sólo porque es una historia dentro de la historia que ha perdurado en el tiempo, sino por la diversidad de lecturas que pueden recogerse, así como de la fuerza expresiva plasmada al dotar a cada una de las figuras de la mayor peculiaridad posible, del máximo movimiento y contraste entrañando gran riqueza innovadora.