El espectáculo afgano

Publicado el 28 febrero 2024 por ArÍstides

QUÉ FORMA MÁS ABSURDA DE MORIR General Patton

A los afganos les va el deporte. Parece que lo practican por naturaleza porque, después de décadas de estar las tropas occidentales en sus lares, les faltó tiempo para correr y ponerse de nuevo en manos del régimen talibán. Hasta el punto de que, mientras unos pretendían salir a toda mecha, los otros corrían como posesos para recuperar las tradiciones integristas del país. El deporte es cosa de ellos, y muy de ellos. Las mujeres están mejor en casa y bien cubiertas para que no les dé el sol, pues provoca melanomas. Que ya se sabe, el deporte no es bueno para ellas. Mejor se quedan con los niños, que vienen con un pan debajo del brazo.

Ahora resulta que los afganos llenan los estadios de futbol y los aparcamientos cercanos están que lo petan. El Gobierno de Jauzján, para asegurarse una entrada fetén, envía invitaciones a sus ciudadanos para que, en plan hooligans, acudan a ver el espectáculo. Se trata de un fenómeno de masas en el que se va a disfrutar de la muerte; o sea, de la sangre.

En diciembre de 2022, en Farah, el padre de una víctima se encargó de quitarle la vida al asesino de su hijo. Fue algo así como el "ojo por ojo", pero en público. En junio de 2023 ajusticiaron a un condenado en el interior de una mezquita ante 2000 personas; así, a lo grande. A los talibanes les va la marcha; no la olímpica, sino la de dar matarile en los estadios de fútbol, como ocurrió en el campo abarrotado de Ghazni, donde presenciaron la ejecución pública de dos personas.

El Tribunal Supremo talibán considera que estas ejecuciones ante las masas fortalecen la "sharía" y la seguridad del país. Por ello, el espectáculo incluye ejecuciones por cinco tiros en la espalda delante de la familia e hijos del fallecido. A los actos no faltan los altos cargos del régimen talibán, faltaría más. En alguna ocasión son los propios familiares de la víctima los que, una vez condenado, elijen el tipo de ejecución y el lugar, como suena. Y claro, de esto al espectáculo de masas hay un paso.

Todo no va ser sangre en el estadio. En la provincia norteña de Balkh un hombre y una mujer recibieron 35 latigazos cada uno por adulterio, y en la provincia oriental de Laghman dos personas fueronn azotadas con 30 latigazos para cada cual por realizar actos inmorales. Las Naciones Unidas, en un acto de fe, han pedido a los talibanes que pongan fin a las ejecuciones públicas, azotes y lapidaciones. Bueno, ya está: fin.

NOTA AL MARGEN: una mujer con hijab (pañuelo cubriendo la cabeza) pierde la opción a un puesto de trabajo en una residencia de ancianos (Casa de Misericordia en Navarra) porque "una persona con pañuelo en la cabeza podría resultar anómala" y "podría alterar la paz de los mayores". Me imagino que se refieren a la misma paz que alteran la monjas con sus hábitos o los curas con sus sotanas. Aunque quizás se refieran a la paz que alteran nuestros jóvenes mostrando los calzoncillos y las tangas; joder con los talibanes, surgen como los champiñones