Teresa Romero, la auxiliar de enfermería que se contagió de ébola mientras atendía al misionero Manuel García Viejo, acudió a un plató de televisión —previo pago de 12 000 euros según dicen algunos— a contar su versión de los hechos. Los posmodernos trasnochados dirán que fue a contar su verdad, como si la verdades fueran varias y al gusto del consumidor. Ignoran, o quizá quieren ignorar, que la verdad es solo una, el resto son versiones, opiniones... y ahí sí, cada uno puede tener la suya. Es curioso que en este país usted puede conocer perfectamente la afinidad política de su interlocutor preguntando por doña Teresa. Si al referirse a ella la defiende a capa y espada y la exime de toda culpa, es claramente antigobierno, o anti Partido Popular. Si por el contrario culpa a la auxiliar y exonera de toda culpa a la Administración, está enfrente de un progobierno, o a favor del gobierno de Rajoy. Hasta ese punto llega la división en España. No nos damos cuenta que mientras discutimos por izquierda o derecha, los políticos, esos golfos que se están enriqueciendo sin dar golpe, se lo están llevando crudo. Quizá no todo sea blanco o negro, y en la variedad de grises se encuentra la riqueza del caso. Nos perdemos en los extremos. Pero el espectáculo debe continuar. Una vez superada la enfermedad, a Teresa le han ofrecido una cantidad económica por contar su historia y ella ha aceptado. Por supuesto que es libre y tiene derecho a hacerlo. El problema es que hay gente que lo ve y participa en el circo. Por mi parte, desde el momento que hace negocio con un acontecimiento tan trágico ha perdido toda credibilidad. Da la sensación de que
Piensen.
Sean buenos.La canción regalo de hoy es The show must go on. El espectáculo debe continuar. Tras la cortina, en la pantomima, mantente firme, ¿alguien quiere seguir aguantando más? Disfruten de una de las canciones más hermosas. Con todos ustedes... Queen.