El espejo

Publicado el 11 mayo 2016 por Wig
Lo que realmente importa es lo que está dentro de nosotros. Aunque sea en lo más profundo de nosotros mismo. Sin embargo, estamos constantemente preocupándonos por todo lo que nos rodea fuera de nosotros mismos. Redundantemente, pero, ¿es una paradoja o simplemente inconsciencia de nosotros mismos? -una vez más "nosotros mismos"-. Yo qué voy a saber. Todo me parece bien, incluso lo malo cuando es inevitable. Las cosas se podrían simplificar a evitables o inevitables. Las primeras te joden por la estupidez de haberlas dejado ocurrir; las segundas, te joden, igualmente, pero su inevitabilidad sirve para poner como excusa a la mala suerte. Que no, que la suerte existe; y la mala también. Que eso de que cada uno se busca su suerte es absurdo, porque el azar existe y no puede ser controlado. Cada uno se busca su destino podría ser, pero sería algo distinto a la suerte me temo. El hombre desea controlarlo todo, hasta la idea de Dios si me ponen. Dios podría ser cualquier cosa, pero nos empeñamos en delimitarlo o expandirlo en tanto convenga a los sectores más espirituales de la Sociedad. Llevamos el mercadeo por nuestras venas. Lo último sería llevar a idea de Dios al zoco de los domingos matinales. Siempre buscando fuera de nosotros explicaciones que nos reconforten de nuestros propios sentimientos y deseos frustrados o impedidos por los caminos insondables del Ente Social. Lo más ingenioso ha sido eso de mirarse al espejo para verse a uno mismo, pero a muchos con reconocer su propia imagen les bastaría. A otras, les fastidia el espejo y mirarse en ellos como envejecen sin piedad. Las hay que se obsesionan con eso de los años de mala suerte cuando uno se rompe. Ciertos indígenas tienen razón cuando creen que la fotografía roba el alma, como el espejo atrapa el espíritu de la belleza y la juventud. Parece ser que lo que importa no importa tanto. Es preferible una imagen bella y joven aunque sea de un alma corrupta. No se sorprendan:  si todos somos corruptos en el fondo significa que todos somos bellos. El espejo es un engendro del demonio -alguien diría seguro- que pone a prueba la coquetería de cada uno en su reflejo.