A partir de aquel día el espejito de mi abuela se convirtió en mi joya predilecta y lo llevaba conmigo a todas partes. Junto a este objeto me entregó una carta que leí a toda prisa, sin entender su verdadero significado y ella me dijo que la conservara para leerla con más detenimiento cuando fuera mayor, así que mi madre la guardó cuidadosamente sabiendo que me sería de utilidad en el futuro. Años después, sucedió que en mi vida comenzaron a fallar varios pilares fundamentales como la salud, el trabajo, los amigos y también por qué no decirlo, era muy poco afortunada en el amor, yo me sentía incapaz de hacer algo para cambiar lo que sucedía porque siempre hacía culpable de mi situación a las circunstancias externas. El día que decidí cambiar mi vida fue aquel en el que se me cayó al suelo el espejo que me había regalado mi abuela y al recogerlo vi mi imagen reflejada en mil pedazos. Entonces me di cuenta que tenía que recomponer cada pieza de mi vida que no encajaba y que no sería tarea fácil, sobre todo porque cada vez que me asomaba al espejo, no me sentía identificada con la imagen que aparecía ante mí y sentía que quien me miraba no era yo, si no una persona desconocida y extraña, ajena a mi propio ser.Pero...¿cómo cambiar tu vida cuando tus circunstancias son realmente difíciles? Seguro que te estarás haciendo esta pregunta, yo también me la hice en su momento y entonces recordé las palabras de mi abuela y pensé que, si quería ver un cambio sustancial en mi vida, tenía que empezar por cambiar lo más importante, yo misma y para ello decidí seguir el consejo de mi abuela, trabajar con el espejo. Así que cogí la carta que ella me había dejado escrita y que no había vuelto a leer desde que era niña y sentí de nuevo aquella emoción indescriptible de la primera vez que sostuve su espejo entre mis manos. Algunas de las cosas que más me impactaron de la carta fueron las siguientes: "Cuando te miras a un espejo, el problema con el que te enfrentas no es la realidad de lo que aparece ante ti, si no la interpretación que tú haces de esa realidad. Da igual que seas fea o guapa, lo importante es cómo te veas a ti misma y cómo interpretes aquello que ves y si quieres que la interpretación sea positiva, debes trabajar tu autoestima. Si te quieres a ti misma, te gustará la imagen que ves reflejada en el espejo, pero si te sientes triste, deprimida y no te gusta tu vida, no te gustará lo que aparece reflejado, aunque tu rostro sea el más hermoso del mundo, pues te sentirás una persona desgraciada. La imagen que ves reflejada en el espejo se retroalimenta con aquello que sientes, potenciando los sentimientos que tienes en esos momentos. Si son sentimientos de felicidad verás reflejada esa luz en el espejo y esa luz se trasladará a toda tu vida, pero si son sentimientos de tristeza, todo aquello que aparezca reflejado en el espejo te parecerá gris y falto de vida. Lo mismo sucede en la vida de cada persona. Existe una realidad y la interpretación que hacemos de ella. Lo ideal sería que nos limitásemos a ver la realidad tal y como es, como aparece en el espejo, pero eso sólo sería posible si no tuviéramos pensamiento propio. Por eso, no te dejes engañar por lo que veas reflejado en el espejo pensando que hay una realidad única e inamovible que es tal y como aparece ante ti, porque hay otra realidad invisible paralela creada por tu propio pensamiento que hace posible que puedas modificar la imagen real del espejo, dando como resultado la proyección de aquello que tú desees. El resultado depende de tí". A partir de aquel día volví a mirarme cada mañana en el espejo y al ver mi imagen reflejada, me preguntaba qué sentía y prestaba atención a los pensamientos que tenía sobre mi persona, trabajando aquellos que no me gustaban y eran negativos y construyendo nuevos pensamientos, hasta llegar a una aceptación de mi propio ser. Entonces vi reflejada en el espejo aquella mujer que siempre había sido y antes no había sido capaz de ver, alguien con valor y capaz de dirigir su propia vida hacia el camino de la felicidad. Por fin comenzaba a comprender aquello que mi abuela había intentado enseñarme toda su vida y es que la imagen que aparece reflejada en el espejo depende de tu pensamiento y tú la puedes moldear cada día, convirtiéndola en aquello que tú desees.
Así que, si alguna vez te miras en el espejo de tu vida y éste no te devuelve la imagen que esperabas, tal vez ha llegado el momento de mirar dentro de ti mismo y determinar qué es aquello que no funciona bien y necesitas arreglar para recomponer todas las piezas que conforman tu persona. El pegamento más efectivo para recomponer todas tus piezas es quererte y aceptarte a ti mismo. Entonces volverás a ver tu reflejo en el espejo de la misma manera que el sol se refleja en el horizonte cada amanecer y sentirás que una nueva luz nace en tu interior y si miras dentro de ti mismo, siempre encontrarás la respuesta que necesitas.