Si por mor de algún artilugio de magia don Ramón María del Valle-Inclán hubiese recobrado por un momento el latir y hubiera asistido al Pleno del Ayuntamiento de Sevilla celebrado ayer, su decepción habría sido mayúscula al descubrir, más de noventa años después, que su esperpento ha sido tan superado en la escenificación diaria que hacen nuestros políticos que apenas ha quedado como una viñeta de humor con poco tino.
Lo acaecido ayer en el Pleno del consistorio sevillano es, además de esperpéntico, grotesco y hasta cómico, la demostración palpable de cuándo una institución está de más, dada su progresiva agonía, a las puertas de unas inminentes elecciones que la renovará en buena parte, y de que esta ciudad es capaz de continuar caminando sola, aún a pesar de los políticos que dicen representarla.
En la sesión de ayer se denegó por cuarta vez la creación de una comisión de investigación para el caso de Mercasevilla, quizás sólo en esta ocasión incluso lo imponía el sentido común, dado que a dos meses de las elecciones la citada comisión sería del todo inoperante. Pero el caso es que el PP volvió a llevar la solicitud de su creación al pleno, y ahí es donde empezó el espectáculo.
Primero porque el alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, se llevó más tiempo fuera del salón de plenos que dentro -debe ser muy ardua la tarea de ir recogiendo papeles- y sólo entró con muchas prisas segundos antes de que se iniciara la votación, donde a larga su voto sería el decisivo.
Después porque la concejal socialista Rosa Mar Prieto-Castro se equivocó a la hora de pulsar el botón y votó a favor de la creación de la citada comisión creando un desconcierto general en las bancadas. Juan Ignacio Zoido, siempre tan caballeroso, salio al quite.
-“No se preocupe si usted se ha equivocado, repetimos la votación”- le dijo.
-“Menos mal, que si no los míos me matan”.- respondió Prieto-Castro tras escapársele una carcajada .
Y todos tan contentos. La creación de la comisión de investigación se rechazó por el voto de calidad del alcalde y a otra cosa.
A continuación se produjo el segundo momento tragicómico de la jornada. Izquierda Unida llevó un expediente al Pleno para proceder al pago, a través de un reconocimiento de crédito, de una actuación musical al grupo Poetas del Pueblo, por su participación en el homenaje al poeta Miguel Hernández que tuvo lugar el 30 de octubre pasado en la Alameda de Hércules. Se da la circunstancia de que el director del área de Juventud y Deportes, Pedro Miño (IU), que es quien ha aprobado dicho expediente, es a su vez el vocalista del citado grupo.
El Partido Popular montó en cólera ante semejante descaro y obligó al secretario municipal a pronunciarse al respecto.
-“No conozco el expediente, pero si ha cobrado se trata de una incompatibilidad”- dijo el funcionario.
Izquierda Unida contraatacó de inmediato y alegó que los gastos por importe de 960 euros se correspondían a la producción y al sonido y que Miño no cobró por ese trabajo. Sin embargo, en el documento que la empresa intermediaria mandó al ayuntamiento están perfectamente diferenciados los conceptos de la factura, diferenciando el gasto en escenario, luminotecnia o sonido del correspondiente a “contratación de artistas”, según informa el diario ABC de Sevilla.
Para el concejal del PP José Miguel Luque, dicho contrato incumple la Ley de Compatibilidad de los altos cargos y la de Contratos de la Administración Pública. Sin embargo, para el portavoz de grupo de IU, Antonio Rodrigo Torrijos, Pedro Miño no ha cobrado nada por este trabajo. Con lo que cobra un director de área del ayuntamiento, ponerse en la picota por mil euros es cuanto menos patético, si no de estúpido.
A partir de ahí, se pasa al embarrado terreno de las descalificaciones y acusaciones mutuas, mientras que la voz de fondo del secretario del Ayuntamiento proseguía con su cantinela inútil.
-“Si ha cobrado, incurre en una incompatibilidad”- repetía cada vez que tenía ocasión.
De nada le sirvió. Al final, el pagó se aprobó con los votos de PSOE e IU entre amenazas de interposición de querellas.
Así concluyó la escenificación patética de lo que denominan Pleno y donde dicen que radica la soberanía del pueblo sevillano. Un paripé más triste que otra cosa que no se parece ni por asomo a lo que de verdad preocupa a la mayoría de los habitantes de la ciudad.
Puestos a acometer medidas tendentes al ahorro en todas las circunstancias de la vida cotidiana, deberían aprobar la prohibición sistemática de esta aberración democrática, cuando su utilidad es manifiesta.
Mejor que la ciudad se gobierne sola, hasta que aterrice el nuevo equipo de gobierno allá por la primavera. Y también mejor que estemos todos confesados para entonces.