El esperpento del bilingüismo

Por Jesus Andría González @creaactividad
Pertenezco a la generación del 73, una de tantas cohortes de colegiales que cursamos la E.G.B. y cuyos primeros contactos académicos con un idioma extranjero, en concreto en mi caso fue con el inglés, se producía en 6º curso (lo que equivaldría hoy a 6º de primaria) con 11-12 años. Recuerdo que lo que veíamos entonces era  vocabulario y algunas estructuras gramaticales acerca de cómo se preguntaba la edad de alguien, en qué país había nacido, si le apetecía una taza de té (infusión que casi descubrí entonces de tan pertinaz repetición), cómo pedir permiso para hacer algo y un rosario de frases simples que antecedían a lo que en años posteriores, tanto en el Colegio como en el Instituto, pasarían a ser inmensas listas de verbos irregulares que debías memorizar, estructuras de  oraciones pasivas, condicionales, estilo indirecto que aprendías como un robot, etc., etc., etc. Eso sí, lo que siempre fue una tónica general en las clases de inglés desde entonces es que esta asignatura se impartía y se "aprendía" como cualquier otra, se escuchaba infinitamente más que se hablaba (cuando se trataba de aprender una nueva lengua), se estudiaba hincando codos y te examinaban con papel y boli, nada de conversaciones porque si te oían hablar en medio de un examen ibas a la calle con un cero.
Rememorando esto con cierta nostalgia y perspectiva, lo que yo y mis coetáneos estudíabamos casi en la pubertad es lo que estudia mi hijo pequeño de 5 años en infantil en su cole a día de hoy, si bien quizás los métodos no disten aún demasiado de cómo lo hacíamos nosotros hace unos 30 años:  las clases de inglés parecen mucho más divertidas en infantil y primeros cursos de primaria para volverse, muy frecuentemente, a los métodos antidiluvianos de la EGB conforme nos acercamos a ESO y Bachillerato. Dicho esto, hay que ser honestos y reconocer, que el avance al menos en la edad en la que se produce ese manido término de la "inmersión linguística" se adelanta a etapas mucho más tempranas y eso abre un mayor potencial de oportunidades lingüísticas a los/as niños/as de hoy que a los/as de ayer. También pienso rotundamente que fue un acierto el propiciar una normativa educativa que generase un punto de inflexión acerca de cómo enfocar la enseñanza-aprendizaje de las lenguas extranjeras en nuestro país, ya que los/as estudiantes de mi generación tenemos muy claro que el inglés que sabemos ha sido aquel que nos ha costado el dinero en academias privadas y/o, en el mejor de los casos, con el esfuerzo extra en una escuela oficial de idiomas. Puesto a deshacerme en elogios y reconocimientos, diré que aprender idiomas es tremendamente importante en un mundo cada vez más globalizado e interconectado, y que cuanto más se invierta en plurilingüismo mejor. Eso sí, la inmersión lingüistica sólo en la escuela sirve de poco mientras se sigan doblando las películas, las series televisivas, los videojuegos, los dibujos animados y el largo etcétera de inputs de información que hoy reciben los niños y las niñas desde muy corta edad, algo en lo que España debería mirar hacia a Europa y remediar cuanto antes.
Dicho esto, el bilingüismo escolar, a mi entender, se está convirtiendo en una gran mentira, en una estafa social, en puro marketing lucrativo que puede llegar a hacer mucho daño a "nuestro Español", una lengua que aparece acomplejada y que es vapuleada por doquier bien sea por afanes nacionalistas, bien sea por intereses extranjeros que dominan las esferas económicas y de poder en el mundo. Desde el punto de vista académico, la inmersión lingüistica en los centros bilingües está llevando al sistema educativo a una situación paradójica y ridícula. Entre las horas lectivas de la propia asignatura de Lengua Extranjera en Inglés, Science (o ciencias naturales en inglés), Maths (matemáticas en inglés, al menos en parte del temario), Social Science (ciencias sociales en inglés), ARTS (plástica en inglés), clases con auxiliares de conversación, clases para preparación de exámenes oficiales Flyers, KET, PET...,  el alumnado está reduciendo sus horas de español dramáticamente, hasta el punto de que la comprensión lectora, la capacidad de expresarse en su lengua materna oralmente -y ya no digamos por escrito- han sufrido un deterioro tremendo en los últimos años. El bilingüismo está arramplando con el Español como lengua, plagando los cuadernos de tremendas faltas de ortografía, pero además está obligando a que muchos profesores de inglés estén impartiendo asignaturas como Ciencias Naturales y Ciencias Sociales que, en no pocos casos, no son parte de su formación académica, lo que redunda en una pérdida de calidad en la enseñanza de estas materias tan importantes. En el mejor de los supuestos, si el profesorado de estas asignaturas tiene el pertinente título de inglés puede que sus estudiantes dispongan de un profesional cualificado y con formación científica pero que verá mermada su capacidad de explicar los contenidos con profusión dado que está obligado/a a impartir toda la materia en una lengua que no es la suya. En este último caso, todos podemos llegar a entender que este/a buen/a profesional aunque trate de pronunciar lo mejor posible estará enseñando inglés con un acento andaluz, manchego, canario o aragonés, salvo que sea un/a nativo/a al que hayamos acogido con los brazos abiertos por su buen acento y pronunciación, olvidando la cola de profesores/as paisanos en paro que se agolpan en las oficinas del SEPE en busca de un trabajo.
Fuera de lo académico, el bilinguismo hoy es sinónimo de cartelería y propaganda en los colegios, que tratan de no ser menos que el de al lado colocando su brillante panel de "Bilingual Model" para contentar a determinados padres y madres que creen que con ello sus hijos/as están en un centro más elitista e innovador, olvidando que tras ese bonito y resplandeciente cartel se oculta la rúbrica de convenios de colaboración (por no decir contratos de representación y comercialización) con Universidades extranjeras de reconocido prestigio que generan pingües beneficios a través de derechos de exámenes, tests por los que deben pasar los profesores y el batallón de alumnos, hasta llenar sus arcas a costa de los compatriotas de Cervantes. ¡Cuánto me recuerda esto a lo que pasaba hace unos años cuando los colegios se afaban en cambiar los membretes de sus cartas y colgar sus carteles de las normas ISO y el modelo EFQM de excelencia y calidad en la educación!, ¡cuánto dinero en certificaciones y aparentar que los Colegios funcionaban con espíritu de mejora continua se tiró a la basura!. ¿Adónde han ido a parar todos esos sellos de calidad y todos esos carteles propagandísticos? ¿acaso ya no se presta una educación de calidad porque los sellos están caducados y en el cajón?, ¿quizás ahora se sustituyen por vinilos y metacrilatos con las banderitas bilingües?.
Curiosamente, al buscar esperpento en el prestigioso diccionario Collins de la Lengua Inglesa, aparece la siguiente definición:
Esperpento is a type of theatre developed by Ramón del Valle-Inclán (1869-1936) focusing on characters whose physical and psychological characteristics have been deliberately deformed and warped to the point where they become grotesque caricatures. Valle-Inclán used this esperpento as a vehicle for social and political satire.
Esperpento, una palabra "made in Spain". ¡Qué esperpento de bilingüismo!.