El espíritu de la ciencia-ficción, por Roberto Bolaño

Publicado el 13 septiembre 2017 por David Pérez Vega @DavidPerezVeg
En la revista Quimera de junio de 2017 apareció una reseña que escribí sobre El espíritu de la ciencia-ficción de Roberto Bolaño. Fue un libro que le pedí a la editorial y que amablemente que enviaron a casa.
Dentro de poco se publicará Sepulcros de vaqueros, otro libro póstumo de Bolaño, que recoge tres novelas cortas. Tengo muchas ganas de que llegue a mis manos. He leído todo lo que ha aparecido en el mercado de Roberto Bolaño y me apetece seguir haciéndolo. Cualquier que conozca este blog sabe que yo soy un gran admirador de su obra y, aunque considero que sus libros póstumos no están a la altura de sus grandes obras, me sigue gustando leerlos, siempre encuentro en ellos páginas estupendas. Y además la polémica sobre si se deberían publicar o no estos libros me parece inútil: si alguien cree que estos libros no tienen interés le bastará con no acercarse a ellos. Para mí son una alegría.

Dejo aquí la comentada reseña de El espíritu de la ciencia-ficción. Es algo más corta de lo habitual porque tuve que adaptarme al espacio que me cedía Quimera. Estoy muy contento de que aparezca una de mis reseñas en una revista a la que siempre he admirado mucho:
El espíritu de la ciencia-ficción Roberto Bolaño Alfaguara, 2016. 250 páginas.
Los chilenos Remo y Jan, de veintiún y diecisiete años, han llegado a México DF no mucho después del golpe militar de 1973. El narrador principal de la novela es Remo, aspirante a poeta que trabajará en el DF escribiendo para revistas literarias. Mientras Remo recorre la ciudad, Jan vive encerrado en la buhardilla que comparten. En ella lee novelas de ciencia-ficción, mientras trata de escribir una y envía cartas a destacados escritores norteamericanos del género.
Bolaño entrevera aquí diversos enfoques: la voz narrativa de Remo evoca un pasado (su vida en México DF, después de llegar de Chile) desde un punto indeterminado del futuro. La novela también muestra las cartas que, con tono alucinatorio, Jan envía a autores de ciencia-ficción como Robert Silverberg o Ursula K. Le Guin. Cartas en las que les muestra su admiración, además de narrarles sus dificultades vitales y miedos. En otros capítulos se reproduce una conversación entre una periodista y uno de los dos chilenos (no he llegado a saber de cuál de los dos se trata; he presupuesto que Remo). En ella se habla de una novela con la que uno de ellos ganó un premio en México. En este diálogo se reproduce el argumento de dicha novela, que podría constituir un relato autónomo sobre un remoto pueblo de Chile, del que se abren túneles terroríficos a una guerra en Europa. De las tres partes de la novela, la que ocupa el cuerpo principal sería la de las andanzas de Remo en el DF. No pasará desapercibido, para cualquier lector de Bolaño, que esta narración constituye, en gran parte, un preludio de muchos hilos narrativos de Los detectives salvajes: Remo visita un aburrido taller de poesía y quedará fascinado por la irrupción en él del poeta motero José Arco. Esta escena se corresponde con la inicial de Los detectives salvajes, cuando el joven poeta Juan García Madero se une al movimiento poético del realismo visceral después de irrumpir en el taller Belano y Lima. Remo y José Arco, sorprendidos por el alto número de revistas literarias que existen en México DF, comenzarán a investigar el fenómeno, actuando como los protagonistas de Los detectives salvajes, que trataban de encontrar a Cesárea Tinajero. La visita a la casa del doctor Ireneo Carvajal me ha recordado a la visita de Belano, Lima y García Madero a la casa de Amadeo Salvatierra, al comienzo de la segunda parte de Los detectives salvajes. Si bien es cierto que, como ya he apuntado, en El espíritu de la ciencia-ficción se prefiguran algunos de los temas de Los detectives salvajes, también he de señalar que la tensión narrativa de la obra maestra de Bolaño es mucho mayor que la conseguida en esta nuevo inédito fechado en 1984. En Los detectives salvajes, la violencia y la persecución a la que son sometidos Belano, Lima y García Madero vertebra el texto y crea en él una sensación permanente de peligro y de riesgo que hace que el lector lea con gran intriga, disfrutando del sentido de la peripecia y la aventura. Este poderoso cauce narrativo de amenaza permanente no aparece reflejado, o lo hace a una escala muy menor, en El espíritu de la ciencia-ficción, una historia que, frente a Los detectives salvajes, queda más desinflada e inane. Eso no quiere decir que las páginas de El espíritu de la ciencia-ficción carezcan de esa belleza del desamparo tan bolañesca, porque los destellos de la gran prosa del chileno están aquí ya presentes. Como es característico de su estilo poético, en este libro Bolaño también va generando una sucesión de pequeños misterios ‒y amenazas‒ en cada párrafo. Y sus personajes siempre sufren el dolor quemante de su juventud e incertidumbre, y se les muestran al lector, en más de una ocasión, temblando, llorando o despertando de pesadillas. El capítulo de los poetas en moto es precioso.
El espíritu de la ciencia-ficción es una digna novela de formación y gustará a todos los admiradores de Roberto Bolaño.