Entremos a definir el espíritu emprendedor, sinónimo de innovación, cambio, fundación de una compañía, y toma de riesgos.
El emprendedor es una persona que percibe una oportunidad que ofrece el mercado y tiene la motivación, el impulso y la habilidad de movilizar recursos a fin de ir al encuentro de esta oportunidad. Tiene confianza en su idea, tiene una buena capacidad de convocatoria y de convicción, mayor que el promedio, sabe vender las ideas y, sobre todo, tiene la capacidad para obtener resultados.
En la década de los 90 se descubrió un nuevo patrón en los deseos a futuro de los estudiantes de negocios de las grandes universidades norteamericanas. En el pasado deseaban hacer carrera en Wall Street o en una de las firmas importantes de consultoría, a partir de ese momento, quieren, al graduarse, comenzar su propio emprendimiento.
No era normal esa tendencia y eso era lo nuevo. ¿Por qué un universitario apetecido por los Head Hunters y las grandes empresas quería arriesgarse?
Parece que un factor fue que, a partir de entonces, la palabra emprendedor se asocia con una persona con fuerte confianza en sí misma, en sus capacidades y en sus ideas, que es capaz de transformarlas en realidades y apostar por ellas con todas sus fuerzas, para sacarlas adelante y convertirlas en empresas exitosas. Es decir, los emprendedores eran vistos con mucho respeto.
Es posible encontrar muchas definiciones sobre el emprendedor, pero hay ciertos aspectos comunes en todas ellas. Un emprendedor es aquella persona que convierte una idea en un proyecto concreto, en una realidad que genera algún tipo de innovación y empleos.
No todos los emprendedores son iguales, pero podemos mencionar algunas características esenciales que todo emprendedor debe tener:
Energía, para poder enfrentar las dificultades del comienzo y superarlas, sin dejarse abatir.
Atreverse a enfrentar riesgos, para lanzarse a la aventura.
Convicción en el propio proyecto, como rumbo de vida profesional.
Decisión de dedicar al proyecto su tiempo, esfuerzos y recursos.
Saber disfrutar de los desafíos, no dejarnos vencer en momentos de crisis y ser capaces de reaccionar.
Aceptar el fracaso como camino hacia el éxito.
Capacidad para relacionarse. Un emprendedor trabaja en equipo y debe saber crear un clima de armonía con sus compañeros de trabajo, sus proveedores, sus clientes …
Ser hábil comunicador, para expresar sus ideas con claridad y concreción.
Contar con conocimientos técnicos, sobre el proceso operativo y la comercialización.
Atesorar cualidades como: Ser creativo e innovador, tener iniciativa y responsabilidad, buscar la eficiencia y la calidad, ser independiente, pero capaz de encontrar apoyo entre quienes les rodean, ser valiente pero calculando el riesgo, ser persistente y resistente al fracaso, estar bien informado y no negarse a acudir a expertos, o afrontan los retos de manera positiva.
El emprendedor debe saber aprovechar las circunstancias, y el momento, para desarrollar su idea, que no necesariamente debe ser propia, pero no repitiendo algunos errores como:
Pensar que todas las buenas ideas son novedosas. La clave no siempre es crear algo novedoso y revolucionario, pero si resolver productos o servicios demandados por el mercado.
O lo contrario de lo anterior, creer que todo esta inventado.
Creer que el producto se venderá solo. No basta con tener un buen producto, es necesario realizar una estrategia para dar a conocer el producto y venderlo.
Creer que por ser el primero, conseguiré el éxito. Si el producto o servicio es bueno pronto habrá competidores dispuestos a superarlo.
Considerar que innovación no tiene demasiada importancia. La competencia hoy en día es feroz.
No trabajar en equipo, que es uno de los errores más comunes, al creer que solo puede hacerlo todo.
No tener idea de los números de la empresa o no saber interpretarlos. Costos de producción, ventas, márgenes, etc. Sin su valoración y control, lo más probable es que el negocio se escape de las manos.
No ser realistas, al realizar una proyección o un presupuesto y no tener en consideración todos los factores que puedan afectar.
Creer que uno se las sabe todas. Conocer nuestras limitaciones y recurrir al consejo de expertos, hará que los problemas se resuelvan antes de que sea demasiado tarde.
No estar abierto al cambio o sin la conciencia de que, a medida que la empresa se va desarrollando. se van a ir suscitando cambios obligados para que la empresa perdure en el tiempo.
Es cierto que, además, influyen las circunstancias y el medio en el que nos desarrollamos.
Los factores que favorecen el nacimiento de un espíritu emprendedor son la educación y no referida esta sólo a la académica, la sociedad en donde se desarrolla el emprendedor el marco institucional que regula las actividades económicas y sociales, con claras reglas de juego y estabilidad económica y, finalmente, el fácil acceso a información crucial para la toma de decisiones.
El 50% de las innovaciones tecnológicas y de procesos, provienen de este segmento empresarial y este número aumenta a 95% en el caso de tecnologías disruptivas o innovaciones radicales.
Estos datos hablan por sí solos del rol que tienen los emprendedores en la industria. Los emprendedores son motor de la economía pues hacen las cosas de forma diferente, más rápidas, mas eficientemente, con menos recursos y más baratas.