Los escándalos por los supuestos casos de corrupción política y financiera que rondan a cargos del PP tendrá un gran protagonismo en el Debate del Estado de la Nación. Mariano Rajoy intentará desviar la atención a sus nuevos planes anticrisis
El Debate del Estado de la Nación sirve para hacer balance de la gestión del Ejecutivo, tomar el pulso del país, conocer la popularidad o el rechazo ciudadano que genera el presidente y sus ministros y ratificar los apoyos parlamentarios con los que cuenta.
Y en este caso lo hace con mucho retraso, puesto que Mariano Rajoy ya anunció al acceder al poder que no se sometería al examen del Congreso hasta un año de su gestión, pese a la situación excepcional por la que atravesaba España. Desde ese instante, ni el rescate bancario, ni las condiciones impuestas por Bruselas ni el incumplimiento de su programa electoral, con el paradigma de la subida del IVA, han servido de acicate al Gobierno español para dar cuenta de su gestión.
Hoy, a partir de las 12 del mediodía (hora española), Mariano Rajoy tendrá que rendir cuentas sobre su gestión, la misma que ha colocado los índices de paro en seis millones de personas, y que no se atisban señales de recuperación o de los escándalos políticos tan comentados en las últimas fechas.
Poco margen le quedará a Mariano Rajoy si los líderes de la oposición y los demás partidos políticos saben jugar sus cartas.
La jugada del Presidente español es clara, intentará desviar el debate hacia la presentación de nuevas iniciativas para la recuperación económica, como el plan de ayuda a jóvenes emprendedores.
No obstante, contar con esa vía de escape no promete ser suficiente para el presidente español. En las últimas citas del Congreso, el PSOE lo ha atacado por tres frentes: pidiendo la dimisión del ministro de Hacienda Cristóbal Montoro por una amnistía fiscal a la que, según el socialismo, podrían haberse acogido imputados en el caso Gürtel; pidiendo también la dimisión de la responsable de Sanidad Ana Mato, por el eventual disfrute de los regalos supuestamente obtenidos por su exmarido de la trama; y pidiendo la dimisión del propio Rajoy, quien además de aparecer en las cuentas de Bárcenas, se ha mostrado incapaz de asumir un plan de ataque contra la crisis que no hunda más aún a la mayoría de los ciudadanos españoles. Pero ni la crisis, ni Bárcenas centrarán el debate, ya que las informaciones sobre el presunto espionaje en Catalunya, como el caso Urdangarín también están muy presentes en las cabezas de los políticos y los ciudadanos.
En fin, un debate que posiblemente no valga de nada salvo para corroborar el lamentable estado de la democracia en España.