El estado de malestar

Publicado el 27 julio 2010 por Nafuente
No me refiero a la cansina policrispación parlamentaria que por desgracia, sigue in crescendo. Casi al mismo ritmo que la mediocridad política. Pero no me refiero a eso. No. Esta vez me fijo en la creciente crispación en los medios, en los semáforos, en la cola del súper, en las plazas, en el trabajo, en la calle en general y en las casas en particular. Debe ser la crisis, la tensión laboral, el calor aplastante o el exceso de materialismo e individualismo que nosotros solitos nos guisamos y comemos. O todo a la vez, quién sabe. Pero es evidente que cada vez más gente anda aislada en sus prisas a ninguna parte y, en general, mal encarada, acartonada, comprimida. Cuando te paras a conversar con conocidos muchos de golpe sueltan/soltamos una retahíla de quejas y problemas de tres al cuarto que se cargan de cuajo ese concepto utópico del estado de bienestar. Aunque estamos en el primer Mundo, con comodidades y servicios nunca vistos, se percibe que cada vez hay más gente descontenta, vacía de sonrisas y felicidad.
Basta con salir a la calle y ver que nuestras aceleraciones son proporcionales al uso descontrolado que le damos a las tarjetas de crédito. Basta con sentarse en un banco para ver lo espídicos y alocados que tantas veces vamos. Basta con navegar un poco por la Red y respirar el mal rollo que se ha instalado en informaciones y comentarios (ay los comentarios) muy cargados de mala leche. Estado de malestar en estado puro. Quizá sea la antesala de que algún cambio importante se está cociendo a fuego lento. Ojalá sea para bien. Porque si seguimos así iremos como los cangrejos: de culo.