Revista Opinión

El estado en españa desprecia al contribuyente

Publicado el 23 abril 2016 por Franky
EL ESTADO EN ESPAÑA DESPRECIA AL CONTRIBUYENTE El deber de contribuir al sostenimiento de los gastos públicos es una necesidad tan evidente para el mantenimiento del Estado que realmente lo que genera discusión no es su constitucionalización sino las condiciones en las que de acuerdo con la Constitución debe cumplirse dicho deber. Por ello, el artículo 31 de la CE establece en sus tres apartados una serie de principios que marcan las condiciones para cumplir con los deberes tributarios: en el apartado primero, los principios de universalidad, individualidad, igualdad y progresividad, no confiscatoriedad y capacidad económica. En el segundo, el principio de eficacia y economía en la ejecución del gasto. En el tercero, el principio de reserva de ley en materia tributaria.

Ni los sueldos de 15.500€ pueden tributar al 52% ni los de 60.000€ al 68%, esto es sencillamente confiscación y expolio y por tanto entramos en un terreno claramente anticonstitucional que solo está sirviendo para pagar los sueños de un Estado negligente e impune y que, groseramente está jugando con el presente y el futuro de los ciudadanos al entrar en una espiral donde la deuda casi supera al PIB.

Si el rasgo caracterisitico de la izquierda es el infantilismo, es decir, predicar una cosa y obtener el resultado contrario o predicar el gasto y el endeudamiento y estar en contra de los mercados sin saber que la ecuación resultante es que a mayor deuda más poder das a los mercados. El rasgo peculiar de la derecha es el paternalismo o esa tutela gubernamental por la que pretende conducir a los ciudadanos como si fueran menores de edad. En ambas actitudes se deduce una arrogancia típica de ideologías estatalistas en las que siempre ha imperado el desprecio por los contribuyentes, productores, emprendedores, empresarios y toda esa sociedad productora que es esquilmada por estas dos ideologías gobernantes desde la creación del Estado: Conservadurismo y socialismo estatales, amigos de vivir al calor del presupuesto y claros enemigos de la sociedad productora.

Por tanto, la transformación que España necesita no puede venir de ninguna de estas ideologías estatalistas cuya única pretensión es seguir alimentando el aparato estatal para seguir esquilmando a la sociedad productora, verdadero motor de la economía que se ve lastrada por una mentalidad ancestral que rige nuestros destinos desde nuestra primera constitución.

Sin una sociedad civil articulada no habrá cambio alguno que permita que la sociedad salga de su minoria de edad y su emancipación del Estado. Los partidos políticos son instrumentos del sistema estatalista, todos ellos con sus cúpulas formadas por burócratas, el clan endogámico más poderoso del Estado y el mayor enemigo de las reformas de la Administración ¿Que se puede esperar de un sistema incubado y dirigido por ellos? Seguir en esa minoría de edad.

Desde la agogé espartana todo sistema público sirve a quien lo idea y a quien lo financia pero si quien lo financia lo hace coaccionado por el Estado éste siempre limitará los derechos individuales para evitar la menor respuesta. El problema no es ya la corrupción, fenónemo atávico de nuestro sistema, el problema es quien manda y quien manda tiene nombre; Los burócratas y su alianza con la oligarquia financiera y el oligopolio empresarial, la Santa Alianza que se nutre del tradicional tejido empresarial y productivo español: Pymes y autónomos, abandonados por un sistema que impide que los sectores productivos estén representados en las Cámaras, quedando éstas como un cuasi monopolio de los burócratas y funcionarios a los que nuestra legislación los incentiva a dar el salto a la política sin ningún coste como si ocurre en el resto de los países de nuestro entorno, lo cual influye negativamente no sólo en nuestra legislación sino en el modo de entender la política y la economía.

No hay más cambio y transformación que reducir Estado y acabar con el gobierno de los burócratas sobre la sociedad, enviarlos a la Administración que es su sitio y desde donde deben prestar sus servicios con esa neutralidad política de la que tanto se alaba al funcionariado pero que tan falsa aparece en la realidad. Desde PP a Podemos, todas las cúpulas de los partidos están integradas por estos sujetos tan dañinos para la sociedad y tan benefactores para el Estado, burócratas y funcionarios no pueden seguir conduciendo a la sociedad como si fuéramos menores de edad, la sociedad debe conducirse por sí misma sin más demoras de quienes viven del presupuesto y para quienes los continuos impedimentos al que produce no son más que un pretexto justificativo de su existencia.

No es posible ni lógico avanzar por la vía del progreso si en ella nos tropezamos con sus peores enemigos porque son el freno a la democracia y al desarrollo social. La sociedad se ha de replantear si nuestros empleados puede seguir expoliándonos hasta la confiscación, legislando para mantener el status quo y si les podemos seguir pagando esos sueldos que en gran parte de la sociedad no cobramos.

No hay más cambio que la aparición de una sociedad civil que haga despertar a los ciudadanos, los partidos sólo desean a las masas obedientes y fáciles de dividir y enfrentar. Necesitamos ciudadanos que establezcan mecanismos de control sobre el Estado y su clase política despendolada que nos va a dejar una deuda pagable sólo a base de esclavizarnos, confiscarnos y expropiarnos nuestro esfuerzo y sacrificio hipotecando nuestro futuro y asegurando la pérdida de soberanía para acbar siendo una colonía de los oligopolios y las oligarquias mundiales. Todo esto habrá que agradecerselo a nuestra corrupta clase política y a la masa obediente que la sigue a pie juntillas.

Organicemos la sociedad civil ya, en nuestras ciudades, provincias y nación española. Todos juntos, pensadores y productores para evitar que sectarios, masas y parásitos sigan dirigiendo nuestras vidas, de lo contrario nos veremos pastando en el prado más cercano y con redil, por supuesto.

Carlos Rodríguez Hurtado


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