En este post voy a explicar por qué, en buena medida, el éxito con GTD se puede prever.
Obviamente, nadie tiene una bola de cristal para adivinar el futuro y lo que voy a comentar está muy lejos de ser una ciencia exacta.
Pero sí es cierto que, tras más de una década formando en GTD, he podido identificar algunos patrones de conducta —previos a GTD— que, en general, suelen ser bastante fiables como indicadores.
Un detalle importante es que la mayoría de estos patrones sirven más para descartar el éxito que para predecirlo.
Me refiero a que algunos patrones son casi garantía de fracaso con GTD, mientras que otros simplemente nos dicen que no hay nada serio que impida el éxito.
No nos dicen nada, sin embargo, del resto de cualidades que suelen ayudar a la mejora de la efectividad como, por ejemplo, la perseverancia o la humildad.
Aprender es cambiar, cambiar es aprender
El requisito previo a las 7 causas del éxito/fracaso con GTD es la capacidad de aprendizaje.
El motivo es sencillo. Aprender GTD, es decir, usarlo, implica realizar cambios, muchos de ellos profundos, en la manera de pensar, hacer y sentir, es decir, en las tres dimensiones de la efectividad personal.
Si no se producen estos cambios significará que sigues haciendo las cosas como antes, es decir, que no estás utilizando GTD. Por muy «fardón» que sea tu sistema GTD y por mucho que presumas de usarlo.
Del mismo modo, en la medida que comiences a implementar esos cambios, comprobarás que hay cosas que funcionan bien a la primera, otras menos bien y otras nada bien.
Si tienes capacidad de aprendizaje, esto te lanzará a un proceso iterativo de cambio para que cada vez haya más cosas que funcionen bien y menos de las demás.
Entrarás así en un círculo virtuoso en el que cambiar te hará aprender y gracias a aprender cambiarás.
Lo contrario —pretender conseguir resultados distintos haciendo las mismas cosas de siempre— es lo que Einstein definió como locura.
La intuición efectiva como indicio positivo
Como adelantaba al inicio del post, hay determinados comportamientos que hacen presagiar buenos o malos resultados en el camino para dominar GTD.
Por ejemplo, hay personas que ya tienen el hábito de anotar cosas.
Tener este hábito significa que estas personas, consciente o inconscientemente, han llegado a la conclusión de que su mente es un pésimo gestor de recordatorios y, en consecuencia, externalizan —mejor o peor, eso es otra historia— la gestión de los mismos.
Del mismo modo, hay personas que han ido un paso más allá en su aprendizaje hasta reconocer que si, además de ponerse un recordatorio visible externo, lo ponen en el lugar adecuado, la utilidad de este recordatorio es mucho mayor.
En el extremo opuesto tenemos las personas friki-tontas, que lo tienen muy, muy difícil, por no decir prácticamente imposible para mejorar su efectividad, ya que son incapaces de entender que la efectividad es cuestión de hábitos, no de herramientas.
Un caso práctico
Si quieres experimentar en primera persona esto que te digo, te propongo un ejercicio muy sencillo que te permitirá saber, haciendo una única pregunta, qué tan fácil o difícil tiene alguien su éxito con GTD.
La pregunta es la siguiente: «¿qué haces cuando quieres asegurarte de que, al salir de casa, llevas contigo un objeto imprescindible que de ninguna manera se te puede olvidar?».
Si repites esta pregunta a un número suficientemente alto de personas (varios miles de ellas en mi caso), comprobarás que las respuestas siempre son las mismas.
Estas respuestas, además, se pueden clasificar en tres grandes grupos: buenas, malas y dudosas.
Las malas son todas las que tienen que ver con utilizar algún tipo de tecnología: alarmas, recordatorios en el móvil, avisos, etc. Cuando alguien te dé esta respuesta ya sabes que estás ante una persona friki-tonta con casi nulas probabilidades de éxito.
Las buenas son todas las que tienen que ver con emplear un recordatorio físico, visible, puesto en algún lugar en el que necesariamente te lo vas a encontrar cuando vayas a salir de casa.
El ejemplo más claro: ponerlo en la puerta. También valdría ponerte una nota junto a las llaves de casa, o del coche, o una bolsa atada al pomo de la puerta o un post-it pegado en la puerta.
Las dudosas son todas las demás. En general, las dudosas suelen ser las menos y en general se deben a que no se ha entendido bien la pregunta. Cuando no es así, suelen ser casi siempre equivalentes a las respuestas malas.
Conclusión
La mejora de la efectividad personal, sea con GTD o con cualquier otra metodología, pasa necesariamente por un proceso de aprendizaje y cambio.
Aprender y cambiar, cambiar y aprender es el círculo virtuoso que te permite avanzar por el camino hacia la mejora.
Hay personas que evidencian su capacidad de aprender porque han desarrollado una «intuición efectiva» que les lleva a adoptar intuitivamente buenas prácticas (por muy imperfectas que puedan ser).
En el extremo opuesto, hay otras personas que evidencian su incapacidad para aprender exhibiendo su friki-tontería.
La «intuición efectiva» es un buen indicador. Si va acompañada del resto de cualidades, esa persona tendrá éxito con GTD.
Por el contrario, la falta de «intuición efectiva», y sobre todo la friki-tontería, es un indicador aún más fiable de fracaso con GTD.
¿Qué otros indicadores se te ocurren para prever el éxito con GTD?
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