El éxito de Simeone agudiza el fracaso de Mourinho

Publicado el 19 mayo 2013 por Aposilio @aposilio

El buenhacer y el sentimiento del entrenador argentino producen bastante más rendimiento, afecto y resultados que el egoísmo, la soberbia y la prepotencia del técnico portugués


Fuente:teinteresa.es


La final de la Copa del Rey ganada por el Atlético de Madrid al Real Madrid en el estadio Santiago Bernabéu ha significado el resurgir del club rojiblanco tras catorce años consecutivos doblando la rodilla ante el eterno rival. Y esta victoria se traduce en un nuevo título para el club del Manzanares y otra temporada en blanco para el del Paseo de la Castellana. Igualmente, la consecución de la tercera gran competición de la temporada ratifica el buenhacer del Cholo Simeone a los mandos de la nave colchonera y sentencia la maltrecha trayectoria de José Mourinho al frente del portaaviones mergengue.  Pues al margen de los gustos y las opiniones, los datos son clarificadores: el preparador argentino ha alzado tres títulos en el año y medio que suma desde que llegó al banquillo atlético (Liga Europea, Supercopa Europea y Copa del Rey), los mismos que el técnico portugués en el doble de tiempo, tres campañas íntegras (Copa del Rey, Liga y Supercopa española). 
Pero a estos fríos datos hay que sumarles otros aspectos algo más intangibles, pero posiblemente más trascendentes. Simeone ha creado un equipo, ha abonado el buen ambiente, ha recuperado viejos valores perdidos y ha impregnado todas sus acciones de un sentimiento de pertenencia a un grupo homogéneo y con historia. Todo esto envuelto normalmente en declaraciones públicas educadas, sobrias e inteligentes _que contrastan con su vehemencia al borde del césped_, en las que ha sabido destacar lo positivo y suavizar lo que escocía, unir a sus huestes y desazonar lo justo a sus rivales. Se siente parte del club y lo luce con orgullo. Siempre con la intención de mostrar a los suyos la esperanza y la convicción de que el éxito es posible en un club abonado al derrotismo y, muchas veces, al cainismo. Y además, lo ha ejecutado demostrando quién es el que manda, quién tiene la responsabilidad y cuál es el camino para recuperar el prestigio perdido. El Cholo es la referencia hoy en día de este club, y ni siquiera el goleador Falcao le resta protagonismo en su casa, donde la afición vitorea en más ocasiones y con más vehemencia al técnico que al matador.

Fuente:rtve.es


Por el contrario, la mejor manera de definir el trabajo de Mourinho en la casa blanca sería utilizar las mismas frases que de Simeone, pero con los adjetivos opuestos. El preparador luso ha destrozado el equipo, ha sembrado la desunión y la desconfianza en el club y en la afición, ha introducido la máxima presión sin control y ha inyectado el mal ambiente en el vestuario. No solo eso, sino que también ha mancillado los valores tradicionales de un club donde hace años se le daban importancia a la imagen, a la dignidad y a los valores, ha antepuesto siempre sus intereses a los del club, sus preferencias a las de sus jugadores y sus convicciones a las de los seguidores blancos. Nunca se ha sentido madridista y no le ha importado actuar como un mezquino mercenario. Y todo ello, aderezado con declaraciones egoístas, soberbias y prepotentes, que han producido más daño que beneficio, que han deslustrado la imagen de la entidad que le paga y que le ha puesto en contra muchos más enemigos de los que tenía. Siempre ha echado la culpa a los demás y ha descargado su responsabilidad sobre los otros. Ni siquiera cuando ha reconocido sus errores ha sonado sincero. Su gestión de los conflictos ha sido nefasta, y un claro ejemplo ha sido el caso Casillas. Su deseos de venganza y de humillar al enemigo le han llevado a convertir en una guerra personal una simple decisión deportiva de alinear al jugador más en forma, sin importarle lo más mínimo ultrajar en sus declaraciones los sentimientos del madridismo por sus ídolos.  
Porque no era necesario que él confirmara que ha fracasado esta temporada, pues el resto de mortales, salvo un puñado de hooligans, así califican no solo la última campaña, sino su periplo en la entidad madridista. Los resultados son tozudos: pocos títulos de enjundia que añadir a las pobladas vitrinas blancas, dejando una plantilla arrasada, desunida, con un sinfín de heridas que tardarán en sanar. Pero es más, ya nadie podrá afirmar que el currículo de este entrenador está impoluto y que allá por donde imparte sus enseñanzas salen campeones. El luso se presentó en Madrid su primera temporada con 17 títulos en su morral (seis con el Oporto en dos temporada, otros tantos con el Chelsea en tres campañas y cinco con el Inter en otros dos años). Y se va de la capital con solo tres, y ninguno de ellos la ansiada décima Champion, en la que vende como éxito su acceso a tres semifinales, pero que en el Madrid de las nueve Copas de Europa son otros tres intentos fallidos. Ha sido el peor entrenador del Madrid que ha permanecido más de tres temporadas en el cargo (mira los datos). El presidente, Florentino Pérez, fichó al que denominó en muchas ocasiones mejor entrenador del mundo para ganar la décima. Y la misión queda impresa en el colectivo blanco para el siguiente inquilino del banquillo del Real. Los datos con concluyentes: ha sido el peor entrenador del Madrid que ha permanecido más de tres temporadas en el cargo (aquí tienes los datos).

Fuente: elperiodico.es


Ahora bien, el fracaso de Mourinho es el fracaso del presidente. Él ha sido el que le cedió al entrenador el poder absoluto, hasta el extremo de despedir al director general del club, Jorge Valdano, por petición expresa del dictador luso. El máximo mandatario ha sido el que ha permitido que el técnico mancillara una y otra vez la imagen de la entidad, con acciones tan inexcusables como en la que le metió el dedo en el ojo a Tito Vilanova, ahondando en la vergüenza de permitir al domingo siguiente una pancarta en el Bernabéu en la que se apoyaba dicha acción; o el increíble retó que hizo a la afición madridista para que que acudiera a abuchearlo antes de un partido; o la última en la pasada final, al renunciar a subir a recoger de manos del Rey la medalla al segundo clasificado. Todas estas y muchas más acciones deberían haber sido sancionadas con ejemplaridad por el club, pero todo le fue permitido en aras de que sumara la décima. Craso error del presidente y de todos aquellos seguidores blancos que le han justificado. Mourinho se ganó a muchos aficionados blancos cuando se atrevió a denunciar el supuesto complot de la Federación Española de Fútbol y de la UEFA en favor del Barcelona. Pero esta trampa no debió ocultar sus verdaderas intenciones, que era salvar su culo y no los intereses del club.
Esa ha sido su actitud desde el inicio. Solo se preocupa por él mismo. Y en la final de Copa se comprobó una vez más, al anteponer sus fobias por castigar a Pepe por las declaraciones en su contra antes que las necesidades del equipo. Y el culmen de su nefasta dirección y profesionalidad se ha constatado al descubrirse que una vez expulsado, desapareció y no dio ni una sola directriz a su cuerpo técnico para afrontar lo que quedaba de partido. Abandonó el barco en pleno hundimiento, una acción cobarde que pone punto final a una etapa más negra que blanca del Real Madrid. Y que contrasta con el prometedor futuro de Simeone al frente de su Atlético, que habría sido igualmente esperanzador sino hubiera contado con el azar de los postes o el acierto de Courtois. Porque gracias a la inteligencia, el sentimiento y el corazón del técnico argentino, que no el juego, ha puesto el punto final a la principal pesadilla atlética. Y como ha escrito en este blog un buen aficionado rojiblanco: "El psicólogo ya nos ha dado el alta".