Las últimas imágenes vistas en los medios de comunicación de los contingentes de migrantes provenientes principalmente de Honduras y que buscan llegar a los Estados Unidos, son impactantes.
Sin embargo, la cantidad de personas que han cruzado en esta caravana no es mayor a las que habitualmente cruzan en una o dos semanas por la frontera mexiana. La cantidad de migrantes no es inusual. Este dato nos indica que no se trata de un asunto nuevo y mucho menos de una situación desbordada. La crisis no ha sido detonada por este evento sino por la enorme cantidad de migrantes que por años, han cruzado a hurtadillas en forma callada pero constante.
Nos encontramos ante un fenómeno viejo que no ha sido adecuadamente atendido.
El número de migrantes no es lo que debe preocuparnos más sino la forma en que ahora se han organizado. La diferencia consiste en que en lugar de ser grupos pequeños separados entre sí buscando cruzar de manera desapercibida para no ser detectados evitando así el riesgo de ser capturados y en el mejor de los casos ser deportados, cambió por ganar fuerza a base de agruparse en grandes contingentes y hacerse visibles.
Con esta estrategia lo que los migrantes hacen es provocar en forma directa y abierta a los gobiernos de los diferentes países por donde cruzan colocándolos entre la espada y la pared.
Si dichos gobiernos los detienen, serán tachados de aliarse con las fuerzas opresoras que se empeñan en impedir que las personas ejerzan su real derecho a la búsqueda de su bienestar y felicidad. Si por el otro lado los dejan pasar sin mayor problema, vulneran el estado de derecho de países como México que exige una visa para todo migrante además de que, la falta de actuación, invita a nuevos contingentes a marchar por su territorio con las consecuentes molestias y medidas coercitivas de los Estados Unidos que suponen ser el destino final.
La solución no es sencilla pero se dificulta principalmente por falta de voluntad política y me atrevo a decir que por falta de humanidad.
Es una realidad que mientras existan las tremendas desigualdades entre los pueblos en materia económica, de seguridad, de servicios etc. la gente seguirá migrando a lugares en los que espera encontrar mejores condiciones de vida. No se trata de un problema exclusivo de Honduras que usa a México como puente para llegar a Estados Unidos, es un fenómeno que ocurre en todas las regiones del mundo.
La única solución razonable, consiste en hacer que las condiciones de vida mejoren en los países expulsores de migrantes para que de este modo, no tengan la necesidad de buscar en otros lugares.
Debido a que la migración masiva se da por razones de subsistencia, no será frenada con bardas o con balas. Continuar sin atender las causas profundas de la migración no hará sino incrementarla, endurecerla y provocar movimientos explosivos por el simple hecho de buscar lo elemental; seguridad y alimento.