Más de 15 años después del estreno de El Exorcista (1973) llega esta tercera parte que, afortunadamente, ignora totalmente lo que contaba El Exorcista II: El hereje (1977), para erigirse en auténtica secuela de la original. William Peter Blatty, escritor de la novela que lo inició todo y guionista de la primera película, toma aquí las riendas del proyecto para hacer las veces de director. "El Exorcista III" adapta otra novela del propio Blatty llamada "Legión" (de hecho la película se debería haber llamado así, pero los productores exigieron que el título fuera explícitamente uno más de la saga El Exorcista).
Es curiosa esta saga, pues todo el mundo la relaciona automáticamente con el cine de terror, pero sin embargo se puede decir que sólo la primera película se adscribe genuinamente al género, ya que la segunda tenía muy poquito terror y esta tercera es un thriller policíaco en toda regla. La trama nos lleva de la mano del teniente Kinderman (personaje que aparecía en la primera película interpretado por Lee J. Cobb), que empieza a ver cierta relación entre los asesinatos que está investigando con algunos hechos que sucedieron 15 años atrás durante el exorcismo de la pequeña Regan.
A pesar de los nexos de unión que hay entre esta película y la original, estamos ante una historia totalmente distinta y que tiene un gran aroma de novela negra. Los diálogos me han sorprendido sobremanera, algunos de ellos me parecen sublimes y demuestran el buen hacer como novelista de William Peter Blatty. Hay que destacar las deliciosas conversaciones entre Kinderman y el Padre Dyer al principio del film, y por supuesto el cara a cara entre el teniente y el presunto asesino Géminis, donde los diálogos alcanzan una intensidad inusitada.
A pesar de ser una historia eminentemente detectivesca, el guión incorpora elementos terroríficos que están bastante bien integrados dentro de una atmósfera muy bien construida, y que llegan a sorprender incluso en la actualidad. Eso sí, hay algún que otro pequeño efectismo que en mi opinión sobra. Lo más polémico fue la inclusión de una escena de exorcismo que estuvo impuesta por los productores del film, y que hace cambiar el final respecto a la novela. Tal vez en ese final la película se va un poco de madre, pero me parece un pequeño precio a pagar tras haber disfrutado de una hora y media muy compensada y bastante entretenida.
George C. Scott (el recordado protagonista de Al final de la escalera (1980)) es aquí el protagonista absoluto, y realiza un trabajo formidable dotando a su personaje de un gran porte y presencia. Me resulta del todo chocante ver que estuvo nominado a los Razzies de ese año como peor actor ¡por esta película!
Junto a él, cabe destacar las interpretaciones de Ed Flanders (no confundir con el vecinito de Homer Simpson) como el Padre Dyer, Brad Douriff (famoso por poner voz a Chucky, el muñeco diabólico) haciendo de asesino endemoniado con una intensidad tremenda, y Jason Miller retomando su papel de Padre Karras (no diré en qué manera para no soltar spoilers).
En definitiva, estamos ante una dignísima secuela directa de la película original que tiene personalidad propia y que le devuelve a la saga todo el interés que la segunda parte había tirado a la basura. Muy entretenida, muy original, y muy recomendable.
Mi nota: 7,5