El Extranjero - Albert Camus

Por M.a. Brito @mabrito67

Libro: El Extranjero
Autor: Albert Camus
ISBN: 978-84-206-6978-6
Páginas: 122
PVP: 8,50 en Agapea.

Tardé muy poco en leerlo y varios días en entenderlo. Varias palabras me rondaban la cabeza: muerte, asesinato, apatía y luego rabia, indiferencia, Juez, abogado, fiscal y Dios, aceptación, rebelión. Conforme pasaron los días, estas palabras, estas piezas del puzzle se fueron ordenando en mi cabeza y hace unos días hubo una especie de explosión de claridad y determiné:
Es el primer libro que leo de él. Llegó a mis manos con la promesa de una obra grande de la literatura. Para mí va un poco más allá. Es todo un tratado filosófico sobre la vida, sobre como afrontarla. Es un tratado sobre el existencialismo y también esa actitud de negación a lo preestablecido, a que hayan fuerzas superiores que gobiernen nuestros destinos. Albert Camus lo tenía claro, él no escribía para contarnos una historia sin más. Él escribía para dejarnos pensando porque según él: "El otoño es una segunda primavera en que cada hoja es una flor. Una novela no es otra cosa que una filosofía puesta en imágenes" 
El Extranjero fue escrito en el año 1936, y su argumento es claro, estructurado, dispuesto en dos partes bien diferenciadas. Lo que dice el libro no está en la historia en sí, porque ésta es un peón al servicio del mensaje. El extranjero empieza, en su primera parte, con Meursault, su protagonista, recibiendo un telegrama anunciando la muerte de su madre que estaba internada en un asilo. Él se desplaza al entierro y al volver comienza una relación con una chica que era compañera suya de trabajo llamada Marie. En esos días, también empieza a mantener más contacto con un vecino, Raymond, un maltratador en toda regla que empieza a tener problemas con un grupo de árabes a causa de una relación con una chica hermana de uno de ellos. Durante un fin de semana en la playa, Meursault y Raymond se encuentran con este grupo de árabes y por varias aparentes casualidades, acaba Meursault disparando contra uno de ellos y matándolo.
En la segunda parte del libro tiene lugar el juicio de Meursault y su posterior sentencia.
Comentario:
Empecemos por el protagonista. Camus, se vale de manera ingeniosa de varios hechos para que logremos configurar el perfil psicológico del protagonista Meursault. Escrito en primera persona, el protagonista no nos dice en ningún momento “esto lo hago porque pienso que...”, no. Meursault no intenta justificar sus actos, sólo explica lo que va haciendo y es a través de sus actos como el lector construye su perfil. Un ejemplo: recibe el telegrama de la muerte de su madre y nos dice:
<<Hoy, mamá ha muerto. O tal vez, ayer, no sé. He recibido un telegrama del asilo “Madre fallecida. Entierro mañana. Sentido pésame”. Nada quiere decir. Tal vez fue ayer.>> 

Albert Camus
(Imagen extraída de google images)

Y ya está, se queda tan ancho. Qué más da si fue ayer o anteayer. Su actitud durante el entierro, sin mostrar ningún tipo de sentimiento ni recuerdo sobre su madre, su promesa de casarse con Marie a pesar de que le manifieste abiertamente de que no la quiere:
<< Por la tarde, Marie vino a buscarme y me preguntó si quería casarme con ella. Le dije que me daba igual y que podíamos hacerlo si era su deseo. Me preguntó entonces si la quería. Contesté, como ya había hecho una vez, que nada significaba eso, pero que ciertamente no la quería. “¿Por qué te casarías entonces conmigo?”, dijo ella. Le expliqué que la cosa no tenía importancia alguna, pero que si ella lo deseaba podíamos casarnos.>>
Todo este conjunto de situaciones hacen que construya el lector un individuo que se deja llevar, que acepta las cosas que llegan sin cuestionarse nada, sin mirar más allá de lo que tiene delante, de lo que le va ocurriendo: Las cosas pasan porque pasan, ¿qué más da?
Pero las cosas pasan, y normalmente tienen consecuencias. Aquí Camus introduce un factor clave ya que pone a Meursault en una situación extrema: mata a un hombre. Es verdad que en la vida suceden cosas sin importancia, pero también suceden cosas que acarrean consecuencias graves, aunque, como Meursault nunca elige sino que las circunstancias lo llevan a que le ocurran cosas (o al menos así lo piensa él), tienen que ser otros los que determinen cuáles son las consecuencias de sus actos. Aquí aparecen la figura del Juez, el abogado y el fiscal. Cada uno, tomando de la vida de Meursault aspectos tan irrelevantes y que tan poco tienen que ver con el hecho en sí, construyen un juicio de valor que determinen atenuantes ante el hecho en sí del asesinato. No se juzga el hecho. Se juzga a la Meursault y su comportamiento, como si se hubiera presentado ante Dios el día del juicio final.
Y de hecho Dios aparece, al final, en la figura del sacerdote. Aquí Meursault, conocedor del veredicto del juez, es cuando único toma conciencia de sí mismo y se revela furioso en un pasaje extraordinario, dotado de gran fuerza de estilo donde, en una explosión de ira, manifiesta todo lo que siente. Sin embargo no logra entender por qué toma conciencia: 
<<Entonces, no sé por qué, algo reventó en mí>>
No sabe por qué, pero el caso es que reventó. Pero vaya si se entiende entonces:
 <<Ni siquiera tenía la certeza de estar vivo porque vivía como un muerto>>. 
Un poco tarde para entenderse, para encontrarse a sí mismo, para conocerse. La suerte está echada. Él mismo se juzga entonces. Él mismo sólo pide, sólo desea que en el día de su ejecución hayan muchos espectadores que le acojan <<con gritos de odio>>. Y es que Meursault, hasta entonces, había sido un desconocido, un extranjero viviendo en su propio cuerpo.