A mediado del mes de julio comienza el celo de los corzos (Capreolus capreolus), que se adelanta varios meses al de sus parientes, los ciervos y gamos. Mientras que todos estamos familiarizados con la berrea del ciervo, el celo del corzo es mucho más discreto, quizás porque al contrario que otros cérvidos, el corzo es un animal solitario que no forma harenes durante la época de reproducción, como hacen otras especies de cérvidos.
Una cosa que sorprende la primera vez que se presencia el celo del corzo es que los machos ni berrean ni mugen, los corzos ladran. Su reclamo se asemeja mucho al ladrido de un perro y por eso el celo del corzo también recibe el nombre de "ladra". Los machos son muy territoriales y agresivos con otros machos de su especie durante todo el año y pueden delimitar territorios de hasta 7 hectareas a donde acuden las hembras para aparearse, atraídas por los ladridos del macho.
Pero una de las características más sorprendentes de la reproducción de los corzos es que la gestación no comienza inmediatamente después del apareamiento, como ocurre en la mayoría de los animales. El óvulo, una vez fecundado, da lugar a un zigoto que sufre las primeras divisiones hasta el blastocito, luego el desarrollo se detiene y el embrión permanece en un estado latente hasta aproximadamente el mes de diciembre. En ese momento continúa desarrollándose normalmente produciéndose el parto en el mes de abril. En total transcurren unas 40 semanas desde la fecundación hasta el nacimiento, aunque realmente la verdadera gestación dura sólo 19. A este fenómeno se le llama implantación diferida o diapausa embrionaria y es frecuente en otros grupos de mamíferos como los mustélidos (también aparece en los murciélagos, los marsupiales y el oso polar), pero entre los Artiodáctilos sólo ocurre en el corzo.
Mediante la diapausa embrionaria, la hembra de corzo tiene control sobre su embarazo. Si las condiciones ambientales son propicias y el estado nutricional de la hembra es el adecuado, se produce una liberación de hormonas que hace que se reinicie el embarazo propiamente dicho. Si las condiciones son adversas o el estado de salud de la hembra no es el adecuado, el embarazo no prosigue con el consiguiente ahorro energético para ella.