Generalmente el extremismo que toma la religión como escusa para manifestarse con vestidura sagrada, no puede evitar esconder sus carencias humanas y espirituales y sus complejos emocionales por mucho tiempo. Esta actitud decadente en el nombre de lo sagrado, mediante la cual se canalizan las deficiencias y desequilibrios internos, lleva acompañando al ser humano desde hace ya demasiado tiempo. El extremista intenta encontrar en las formas de lo sagrado una alternativa donde esconder todas sus miserias internas y convertir la religión en una herramienta para satisfacer la oscuridad de su ego. El Profeta Muhammad, la paz sea con él, advirtió sobre esta peligrosa actitud en el Hadiz Sahih que dice: -Os advierto sobre el extremismo, pues se destruyeron los anteriores a vosotros por su extremismo en la religión-. Narrado en varias obras entre ella Al-Mustadrak del Hakim, también lo recogen Ahmad, Annissai...
Este hadiz es apoyado por la aleya Coránica en la Azora de las Mujeres, aleya 171: ¡Gente del Libro! No seáis extremistas en vuestra Práctica de Adoración ni digáis sobre Allah nada que no sea la verdad.
El extremismo no sólo se manifiesta en las ideologías políticas, también lo hace en la religión. No hay que dejarse engañar por los aspectos de la falsa piedad, ni por las largas barbas ni las blancas vestiduras. Como dije el extremismo no puede esconder su forma por mucho tiempo, una de las formas en las que se manifiesta el extremismo es en la idea de "o estás de acuerdo conmigo o estás en contra de mí" y esta idea nace de su necesidad de imponerse sobre el otro, se da a sí mismo una autoridad que Dios no concedió siquiera a los Mensajeros ni Profetas y es el hecho de intentar imponer su credo, opinión o ideal a los demás mientras que el extremista tiende a imponerse en la medida que pueda y si tuviera la posibilidad de hacerlo a la fuerza lo haría. El extremista, mientras más extremista es más desprecio siente por la vida humana, puede atender y centrarse hasta en los mínimos detalles de los movimientos de la oración de modo milimétrico o el tamaño de su barba o mostrar su miswak, pero cuando pasa delante de una persona con necesidad mira a otro lado más aún si esta persona no cree o no opina lo que él.
El extremista no le cuesta mucho jurar en el nombre de lo sagrado y en una conversación puede pasar de un tono de hermandad al insulto con suma facilidad, porque esa actitud no nace de dentro hacia fuera sino que es un escudo externo que puede romperse cuando la ira contenida se manifiesta.
El extremista generalmente es muy atrevido se autoproclama portavoz de lo sagrado mediante el lema "Dice Dios... Dice el Mensajero..." cuando en realidad carece de todo conocimiento, su discurso está lleno de lemas, expresiones prefabricadas, una retórica ambigua, analogías engañosas basadas en un discurso que explota lo pasional y emocional sin ningún fundamento.
En nuestros días, al igual que en muchas etapas del pasado de la Ummah, el extremismo vuelve a estar de nuevo en auge y cada vez tiene más presencia y más voz, no obstante, representa un cáncer que sólo puede ser extirpado con el conocimiento. El conocimiento debe dejar de ser algo minoritario y en la medida de lo posible extender el conocimiento y la educación para que se conviertan en valores universales sólo entonces las herramientas del discernimiento harán desaparecer el extremismo.