El fabuloso zoológico ambulante de las (divertidas) miserias humanas

Publicado el 29 mayo 2023 por Benjamín Recacha García @brecacha

«Pensaron muchos que durante la primera tormenta que se adelantó al otoño se abrieron las puertas del infierno y aquel carromato inmenso se había plantado allí, surgiendo de las tinieblas, desafiando las leyes de la naturaleza, rebosante de demonios que esperaban salir para tragarse a todos los habitantes del pueblo de San Antonio». 

Las buenas prácticas de la escritura dicen que, para despertar el interés del lector, es muy importante crear un comienzo que atrape, que invite a querer descubrir qué ocurre a continuación. Claro, inmediatamente hay que alimentar las expectativas y desarrollar una historia a la altura del prometedor inicio. A mí me parece que, siendo objetivo, Ramón Alcaraz García presenta El fabuloso zoológico ambulante (Velasco Ediciones, 2023) con un principio impecable que nos prepara para degustar una novela corta repleta de aciertos

Siguiendo con los aspectos formales, el primer gran acierto (aparte del jugoso comienzo) es la maestría con la que está escrita

Encontrar el tono del narrador y hacer un uso adecuado del lenguaje son cuestiones primordiales, y Ramón juega con ambos elementos durante las 150 páginas del relato de una forma que, en mi opinión, revela lo mucho que se divirtió escribiéndolo. Inevitablemente, la diversión se traslada al lector, porque se trata, por encima de todo, de una historia divertida, que no frívola

El siguiente gran acierto es la sutileza que impregna toda la trama. El autor demuestra una habilidad maravillosa para decir muchas cosas sin necesidad de escribirlas. Le basta con describir las escenas, con poner una palabra en boca de un personaje, con presentarnos una situación en apariencia poco prometedora de grandes aventuras, a partir de la cual se desencadenan todo tipo de absurdos. 

En San Antonio, un lugar aislado del mundo por decisión propia (o eso creen sus habitantes, para quienes el pueblo donde viven es el centro del universo), se reproducen todos los arquetipos que podemos encontrar en cualquier comunidad humana y, por tanto, también los mismos patrones de conducta

Así, a partir de la aparición al otro lado del río de un extraño carromato, los líderes morales, religiosos, económicos, políticos y místicos de la villa irán desarrollando, en función de cómo vayan evolucionando sus intereses, teorías diversas acerca de la naturaleza del contenido del vehículo y del propósito de sus supuestos moradores. Como sucede en cualquier comunidad humana, la masa de espíritu gregario se dejará llevar, amplificando y añadiendo algún ingrediente de cosecha propia que, como en el juego de los disparates (o del teléfono), acabará distorsionando el mensaje original. 

De este modo, las situaciones cómicas se irán sucediendo, relatadas con la sutileza mencionada que nos descubre una segunda capa de lectura presente desde la primera hasta la última página. Me encanta esa ironía fina (otro acierto) que surge de la absoluta falta de delicadeza que caracteriza al ciudadano medio de San Antonio, siempre predispuesto a creer que cualquier intromisión del mundo exterior no puede traer nada bueno. 

Miedo a lo extraño, desconfianza, hostilidad, búsqueda de respuestas en lo místico, lo sobrenatural, lo divino, comportamiento de rebaño por la necesidad de sentirse parte de algo, ausencia de opiniones propias y de espíritu crítico, incapacidad de cuestionar a las «élites», cambios de opinión en función de lo que piense la mayoría, codicia, envidia, egoísmo, desengaño… Todas estas cuestiones, que tan familiares nos resultan, están presentes a lo largo de la novela, y es inevitable buscar paralelismos en la manera como se desarrolla nuestra sociedad

He leído reseñas que encuentran en la magistral escritura de Ramón Alcaraz paralelismos con el realismo mágico de García Márquez. Desde luego, querido amigo, la comparación es para levitar a unos cuantos metros del suelo (como cierto personaje…), y no seré yo quien la rebata. Ahora bien, a mí me recuerda mucho más a geniales obras maestras de Luis García Berlanga como Calabuch (en su estructura social, un pueblo muy similar a San Antonio) o Bienvenido, Mister Marshall. Le preguntaré al autor, a ver qué opina. 

En definitiva, un libro muy recomendable, que se lee con una sonrisa divertida y socarrona a la vez, porque, sí, el lugar donde sucede la acción es ficticio, igual que los personajes, pero es que…